La Corte Constitucional ha dictado sentencia. Se abre una posibilidad magnífica para los estudios políticos en Colombia después de ocho años de alta politización, nuevos experimentos institucionales, agonía de los partidos tradicionales y final de la guerra de mediana intensidad. Esa posibilidad se da por el fin del Uribato y de la polarización que generó en la intelectualidad, lo que supondrá más tranquilidad y algo de distancia para evaluar este periodo.
Por supuesto, también es posible que tal porvenir se frustre. Terminaría mal si prevalecen los abogados y todos los que quieren someter la política al examen de los jueces. Terminaría mal si la estructura conceptual de la política moderna toma un nuevo aire y nos repite los párrafos manidos de los viejos manuales. Terminaría mal si la academia seria se deja desplazar por la farándula que ha disfrazado el posicionamiento político con estudios flojos.
Sería bueno comenzar con una evaluación de lo qué pasó con los pronósticos político-jurídicos sobre la posición de la Corte Constitucional. Resumo las tesis más frecuentes que escuché: la Corte es de bolsillo y está sujeta a la voluntad del Presidente; la Corte es mediocre intelectualmente y baja moralmente (nada que ver con la fundacional Corte magna) y sucumbirá a la presión de las encuestas; el Gobierno intimida y compra, y la Corte es medrosa y vendible.
¿Veremos autocríticas o, al menos, explicaciones? Pronóstico: no damos para tanto; de hecho, muchos de mis amigos ni siquiera me pagarán las viejas apuestas que perdieron en este 26 de febrero.
viernes, 26 de febrero de 2010
sábado, 20 de febrero de 2010
La izquierda estética
El escritor español Félix de Azúa, a quien sólo conozco como eventual columnista de El País, acaba de publicar un artículo a propósito de su lectura del libro del celebrado historiador inglés Tony Judt "El olvidado siglo XX".
Contra la sugerencia del título del comentario y de lo comentado, de Azúa hace un esbozo del comportamiento de la izquierda europea durante el siglo pasado y de su impenitente conducta actual. De la alienación de la intelectualidad de izquierda, que banaliza el Holocausto, atenúa el estalinismo, aplaude o al menos "comprende" a la dictadura cubana.
Lo hace con el dolor propio y la verguenza de quien quiere seguir sintiéndose de "izquierda" y, por decoro o gajes de la argumentación, le desconoce cualquier valor intelectual a la derecha. Una buena lección y una muestra del peso del romanticismo en la izquierda: ayer y hoy en la izquierda la ética ha sido nada, la estética todo.
Puede leerse en: http://www.elpais.com/articulo/opinion/favor/memoria/historica/elpepuopi/20100220elpepiopi_4/Tes
Contra la sugerencia del título del comentario y de lo comentado, de Azúa hace un esbozo del comportamiento de la izquierda europea durante el siglo pasado y de su impenitente conducta actual. De la alienación de la intelectualidad de izquierda, que banaliza el Holocausto, atenúa el estalinismo, aplaude o al menos "comprende" a la dictadura cubana.
Lo hace con el dolor propio y la verguenza de quien quiere seguir sintiéndose de "izquierda" y, por decoro o gajes de la argumentación, le desconoce cualquier valor intelectual a la derecha. Una buena lección y una muestra del peso del romanticismo en la izquierda: ayer y hoy en la izquierda la ética ha sido nada, la estética todo.
Puede leerse en: http://www.elpais.com/articulo/opinion/favor/memoria/historica/elpepuopi/20100220elpepiopi_4/Tes
viernes, 12 de febrero de 2010
La seguridad en tiempos de histeria
Para que dejemos de mirarnos el ombligo y de creernos tan especiales, sobre todo en lo malo, quiero echar una mirada a la discusión en la sociología europea sobre el problema de la seguridad. Porque está muy bien caminar los barrios y entender parlache, pero si no se hace análisis caemos en el tremendismo –auténtico uno, intencionado otro– que estamos padeciendo en Medellín.
Hay dos posiciones básicas sobre el tema de la seguridad en un mundo altamente inseguro, no sólo en los aspectos civiles sino también en los sociales. La primera la formula el sociólogo alemán Ulrich Beck quien acuñó la afortunada expresión “sociedad del riesgo”. El problema con Beck es que pone la situación en términos de estado permanente de emergencia. De hecho, dice que deberíamos estar sentados en una silla expulsora durante las 24 horas del día.
La otra posición la plantea el sociólogo francés Robert Castel quien se hace consciente de todas las amenazas que existen en el mundo contemporáneo, pero rechaza las posiciones catastróficas. ¿Por qué? Porque los catastrofistas no analizan, hacen consideraciones generales; no comparan, sino que absolutizan; no ponderan, sino que escandalizan. Pero la razón más importante es que “este tipo de discurso mantiene el miedo y conduce a la impotencia y a la resignación”.
Simplificando, llamemos a estas dos actitudes histérica y calmada. Los histéricos, con sus exageraciones y expresiones de desespero aumentan el problema, por la sencilla razón de que tan importantes como son los indicadores objetivos de inseguridad (número y tasas de los delitos de alto impacto), son los indicadores de percepción. Los bandidos dañan los indicadores objetivos, los histéricos dañan los indicadores subjetivos.
Eric Hobsbawm, el magnífico científico social inglés, plantea que toda estrategia de seguridad tiene que basarse en tres elementos equilibrados: fuerza, confianza e información. La fuerza y la información dependen del gobierno (aunque no sólo), la confianza depende de las organizaciones y los líderes de opinión (aunque no sólo). Los histéricos deterioran la confianza, los calmados procuran incrementar la confianza sin engaños. Aunque tenga buenas intenciones, el histérico es más lo que estorba que lo que ayuda.
Terminemos con un poco de filosofía. Inmediatamente después de discutir los asuntos de la guerra, la sedición y la riña, Santo Tomás de Aquino se dedica a estudiar el escándalo. Para el sabio cristiano el escándalo consiste en “las palabras y acciones que inducen a la ruina espiritual”. El histérico siempre cae en la falta del escándalo. Pero, ¿por qué el escándalo produce ruina espiritual? Porque las palabras del escandaloso martillan sobre la conciencia del otro alimentando el miedo, produciendo zozobra, invitándolo a la sospecha permanente, arrastrándolo a la paranoia.
Los histéricos desesperan al ciudadano de la calle y hostigan a la autoridad responsable. Así, menoscaban el capital social, deterioran las posibilidades de la cooperación y debilitan las relaciones sociales.
Publicado en El Colombiano, 08.02.10
Hay dos posiciones básicas sobre el tema de la seguridad en un mundo altamente inseguro, no sólo en los aspectos civiles sino también en los sociales. La primera la formula el sociólogo alemán Ulrich Beck quien acuñó la afortunada expresión “sociedad del riesgo”. El problema con Beck es que pone la situación en términos de estado permanente de emergencia. De hecho, dice que deberíamos estar sentados en una silla expulsora durante las 24 horas del día.
La otra posición la plantea el sociólogo francés Robert Castel quien se hace consciente de todas las amenazas que existen en el mundo contemporáneo, pero rechaza las posiciones catastróficas. ¿Por qué? Porque los catastrofistas no analizan, hacen consideraciones generales; no comparan, sino que absolutizan; no ponderan, sino que escandalizan. Pero la razón más importante es que “este tipo de discurso mantiene el miedo y conduce a la impotencia y a la resignación”.
Simplificando, llamemos a estas dos actitudes histérica y calmada. Los histéricos, con sus exageraciones y expresiones de desespero aumentan el problema, por la sencilla razón de que tan importantes como son los indicadores objetivos de inseguridad (número y tasas de los delitos de alto impacto), son los indicadores de percepción. Los bandidos dañan los indicadores objetivos, los histéricos dañan los indicadores subjetivos.
Eric Hobsbawm, el magnífico científico social inglés, plantea que toda estrategia de seguridad tiene que basarse en tres elementos equilibrados: fuerza, confianza e información. La fuerza y la información dependen del gobierno (aunque no sólo), la confianza depende de las organizaciones y los líderes de opinión (aunque no sólo). Los histéricos deterioran la confianza, los calmados procuran incrementar la confianza sin engaños. Aunque tenga buenas intenciones, el histérico es más lo que estorba que lo que ayuda.
Terminemos con un poco de filosofía. Inmediatamente después de discutir los asuntos de la guerra, la sedición y la riña, Santo Tomás de Aquino se dedica a estudiar el escándalo. Para el sabio cristiano el escándalo consiste en “las palabras y acciones que inducen a la ruina espiritual”. El histérico siempre cae en la falta del escándalo. Pero, ¿por qué el escándalo produce ruina espiritual? Porque las palabras del escandaloso martillan sobre la conciencia del otro alimentando el miedo, produciendo zozobra, invitándolo a la sospecha permanente, arrastrándolo a la paranoia.
Los histéricos desesperan al ciudadano de la calle y hostigan a la autoridad responsable. Así, menoscaban el capital social, deterioran las posibilidades de la cooperación y debilitan las relaciones sociales.
Publicado en El Colombiano, 08.02.10
sábado, 6 de febrero de 2010
¿Quién lee las encuestas para los diarios?
El Tiempo y El Espectador publican una interpretación periodística de un reciente estudio de Anif (el gremio de las instituciones financieras) sobre las probabilidades electorales. El Espectador titula: “Uribe arrasaría frente a otras opciones”. El Tiempo titula: “Uribe III, sólo con un 30% de probabilidades”. ¿Puede haber mayor contraste y divergencia en la interpretación y elaboración de la noticia?
Lo que dice el estudio es lo mismo que contra viento y marea he venido sosteniendo hace dos años, que las probabilidades de la reelección son mínimas (sólo que Anif lo dice después de que se conoce la ponencia negativa en la Corte Constitucional). ¿De dónde saca El Espectador que Uribe arrasaría? De negar el estudio, de tomar como más probable el escenario menos probable.
A su vez, El Tiempo dice que para la mayor probabilidad (no habrá reelección) el segundo lugar sería para el PDA, pero no cuenta que Anif incluye un escenario de alianza electoral entre el PDA y el liberalismo. Muy cerca dice El Tiempo que está Fajardo, pero El Espectador –dónde no se puede pronunciar este apellido– dice en su lugar que son los “independientes”.
El muy orgulloso periodismo colombiano, representado por los dos diarios más antiguos y aristocráticos del país, pela el cobre cuando hay elecciones y se convierte en agencia de prensa de las campañas. El Tiempo del uribismo transfigurado en Santos, el hijo de la casa; El Espectador del antiuribismo samperista financiado por Santodomingo.
Lo que dice el estudio es lo mismo que contra viento y marea he venido sosteniendo hace dos años, que las probabilidades de la reelección son mínimas (sólo que Anif lo dice después de que se conoce la ponencia negativa en la Corte Constitucional). ¿De dónde saca El Espectador que Uribe arrasaría? De negar el estudio, de tomar como más probable el escenario menos probable.
A su vez, El Tiempo dice que para la mayor probabilidad (no habrá reelección) el segundo lugar sería para el PDA, pero no cuenta que Anif incluye un escenario de alianza electoral entre el PDA y el liberalismo. Muy cerca dice El Tiempo que está Fajardo, pero El Espectador –dónde no se puede pronunciar este apellido– dice en su lugar que son los “independientes”.
El muy orgulloso periodismo colombiano, representado por los dos diarios más antiguos y aristocráticos del país, pela el cobre cuando hay elecciones y se convierte en agencia de prensa de las campañas. El Tiempo del uribismo transfigurado en Santos, el hijo de la casa; El Espectador del antiuribismo samperista financiado por Santodomingo.
lunes, 1 de febrero de 2010
Obama en el foso de los leones
Como izquierda y disciplina son excluyentes, el Partido Demócrata perdió un año para legislar solo y al cabo también perdió la mayoría senatorial. El Presidente acosado por la derecha –especialmente por Fox– decidió meterse al foso de los leones republicanos, la reunión anual de sus representantes a la Cámara.
Fue a decirles tres cosas. Quieren que los americanos tengan puestos o quieren conservar sus puestos, o lo que es lo mismo: están pensando en el país o en ganar votos a punta de demagogia. No soy un ideólogo, si tienen mejores propuestas para resolver los problemas, auditadas por expertos independientes, yo se las acepto. Estamos gobernando un país y los asuntos fundamentales no pueden ser partidistas.
Pocos presidentes han hecho esto en el pasado y está claro que Obama no le teme a la confrontación política, pero sobre todo que siempre tiene en consideración a su enemigo. Los republicanos son un interlocutor, pasible de entrar en compromisos y, en principio, interesado en el destino común de la nación. Una interesante lección para la política de hoy que no sabe habérselas con la enemistad.
Fue a decirles tres cosas. Quieren que los americanos tengan puestos o quieren conservar sus puestos, o lo que es lo mismo: están pensando en el país o en ganar votos a punta de demagogia. No soy un ideólogo, si tienen mejores propuestas para resolver los problemas, auditadas por expertos independientes, yo se las acepto. Estamos gobernando un país y los asuntos fundamentales no pueden ser partidistas.
Pocos presidentes han hecho esto en el pasado y está claro que Obama no le teme a la confrontación política, pero sobre todo que siempre tiene en consideración a su enemigo. Los republicanos son un interlocutor, pasible de entrar en compromisos y, en principio, interesado en el destino común de la nación. Una interesante lección para la política de hoy que no sabe habérselas con la enemistad.
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