jueves, 18 de junio de 2009

Las nuevas caras del racismo

Durante el Segundo Congreso Colombiano de Filosofía, la profesora Ángela Uribe recordó una idea ampliamente admitida en Colombia durante la primera mitad de siglo. La idea tiene dos partes: en general, Colombia es un país incapaz de civilización dada su condición geográfica, sus malas tierras y el mestizaje de su gente; en particular, sólo hay una región en la cual es posible el proceso civilizatorio y es la Sabana de Bogotá. Uno de los principales mentores de esta tesis fue Laureano Gómez.

Las ciencias sociales colombianas y, precisamente, una mayor ilustración de las élites y las clases medias han logrado la refutación de esa idea. Sin embargo, las conclusiones que se derivan de ella siguen vivas y colean. En general, los medios de comunicación se cuidan muy bien de ilustrar los males del país a través de lo que en Bogotá llaman “provincia”. Y es una desgracia que a veces algunos académicos se dejen llevar por esta tentación.

Hace algunos años escuché en la capital una frase como consigna “O Bogotá salva al país o el país hunde a Bogotá”. Algunos columnistas son campeones de esta fórmula que tiene variantes a la enemiga: costeño, corrupto; valluno, narco; paisa, paraco… Bogotá es la isla ilustrada, brillante y venturosa que sobrevive –no se sabe como– en el mar de inmundicia que es la provincia colombiana.

lunes, 15 de junio de 2009

La filosofía y la cultura popular

Las relaciones de los filósofos en ejercicio con la cultura popular han sido tradicionalmente problemáticas. Tanto o más que las de la intelectualidad aburguesada que sólo acepta lo popular tras la pátina de al menos un siglo de antigüedad y depuración. Tal ha pasado con el jazz, el tango y la fotografía. El fútbol y el cine siguen en la sala de espera.

La editorial Open Court de Chicago inició en el 2000 la publicación de una serie de libros en colaboración dirigidos a “presentar ensayos de filósofos académicos, explorando los significados, conceptos y problemas en los programas de televisión, películas, música y otros íconos de la cultura popular”. Desde Los Simpson hasta El señor de los anillos o desde el ipod hasta Radiohead, la colección se acerca ya a medio centenar de títulos.

Quienes filosofamos en español mantenemos esta actitud que oscila entre la repugnancia y la indiferencia. Hay excepciones. Alberto Buela en Argentina no tiene empacho en publicar un libro sobre el juego gaucho de la taba, por ejemplo. Y Fernando Savater publicó hace poco un grueso y atractivo volumen bajo el título “Misterio, emoción y riesgo”. Aquí se dedica con gusto, humor y profundidad a la literatura y el cine de aventuras, como otras veces se explaya sobre carreras de caballos.

A ver si el paso cansino de la filosofía da para atisbar, a lo lejos y adelante, a la cultura popular.

miércoles, 10 de junio de 2009

Malos tiempos para la privacidad

Se sabe de la caída de las fronteras entre lo público y lo privado, se sabe que la llamada esfera íntima –cuyo invento le atribuye Hannah Arendt a Rousseau– también está siendo amenazada. Conocemos los argumentos que pretenden concluir en que las personas públicas no tienen derecho a tener vida privada ni tampoco vida íntima.

Todo eso se sabe, pero cuando un medio de comunicación que se precia de liberal. Que ataca semanalmente al Papa y al episcopado español, que defiende con las uñas la opción personal (llámese droga, aborto o sexo), toma como bandera política las fotos de un paparazzi en la casa de campo del Primer Ministro de Italia, la cosa se pone más preocupante. Significa que los adalides de la libertad se traicionan en la primera oportunidad, queriendo hacer campaña electoral contra al derecha con una filosofía ultraderechista.

Leo El País todos los días y detesto a Berlusconi cada que aparece en la prensa. Pero Berlusconi es un ser humano y la incongruencia de los apóstoles liberales es inadmisible. El País ha caído bajamente convirtiéndose en ejemplo de las críticas que hace a menudo a la cultura fundamentalista y a las tácticas que traicionan las convicciones propias.

domingo, 7 de junio de 2009

Poesía con política

Pensaba que los males derivados de la mezcla de los poetas en la política y, especialmente, el fanatismo de los poetas en la política y el extremismo de las luchas entre poetas eran males nuestros. Los males de exponer en público y por escrito sus malquerencias y contratiempos, y convertirlas en el soporte de sus querellas estéticas y políticas. Eso pensaba hasta que leí “Lo inoportuno y lo inaceptable” de Manuel Rico (El País, 06.06.09).

Rico nos cuenta el debate entre los poetas españoles a propósito de la muerte de Mario Benedetti. Cómo el poeta Antonio Gamoneda disiente cortésmente en su obituario acerca del valor de la obra del uruguayo y de cómo se le vienen encima, desproporcionadamente, otros, entre ellos el editor Jesús García Sánchez (dinero de por medio, claro está). En lo que a mí respecta, no sé que es de peor gusto: criticar a un difunto con el cadáver todavía caliente o quebrar las lanzas por defender estéticamente la obra de Benedetti.

Lo más sorprendente es que todos estiman al poeta uruguayo por “su compromiso político”. Desde que Platón postulara el rey-filósofo la gran discusión ha sido acerca de la relación de los filósofos con el poder. Pocos se han ocupado de las tentaciones y caídas frecuentes de los poetas. Las tentaciones políticas de los poetas son innumerables. Me consuela pensar en la miseria de los aedos que se convierten en bufones de tiranos y piratas. Al fin y al cabo, no hay seña más segura que oponerse al entusiasmo político de un poeta.

jueves, 4 de junio de 2009

Obama y el 3 de junio

El 3 de junio del 2009 fue un día especial. El gobierno de los Estados Unidos promovió y apoyó la derogatoria de la Resolución VI (31 de enero de 1962) de la OEA, mediante la cual se excluyó al Gobierno de Cuba de su participación en el sistema interamericano. Al mismo tiempo, el presidente Barack Obama lanzó un mensaje de amistad a los pueblos musulmanes. Lo primero en San Pedro Sula (Honduras), lo segundo en el recito de la Universidad de El Cairo.

De esta manera el gobierno estadounidense empieza a desactivar las dos guerras religiosas más importantes en las que se embarcó en los últimos cincuenta años: la guerra contra el comunismo y la guerra contra el islamismo radical. Guerras en las que estuvo a la altura de sus enemigos, pero no en desfase con lo correspondía a su poder y a sus responsabilidades. Y desactivando estas líneas de enemistad no parece pretender subestimar el conflicto político sino relativizarlo, modificando el enfoque de los enemigos absolutos y la consiguiente guerra de aniquilación que eso implica.

No sabemos si el 3 de junio pasará a la historia. Finalmente quienes la escriben no están exentos de la enfermedad sensacionalista, pero sí marca un hito desde la perspectiva de la filosofía política y para los criterios que empiezan a construirse para orientar a los conductores de la diplomacia de Estados Unidos. Podemos tener más certeza de que sus rivales morderán la mano tendida y pondrán a prueba la prudencia de Obama.