Jorge Giraldo, "Gómez Ángel: agente y cronista de la fundación de Jardín", pp. 11-12.
Puede leerse en el vínculo: columna derecha, acápite Narrativas pueblerinas.
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Oh, mi hacedor, dueño de tanta música,
juntando siempre los cuerpos y sus voces,
lo que se ve, lo mucho que no vemos,
el tacto de cada quien en otro,
la inocencia de soñarnos más dichosos.
Eugenio Montejo
Cruzar el río
Soy un soldado de la libertad en el ejército de la humanidad.
Somos los elegidos, somos los combatientes, ¿entendido?
La causa es noble, es una justa causa.
Si es necesario, estamos listos a pagar con nuestras vidas.
Cruzaré el río profundo y ancho.
Cruzo hacia el otro lado del río.
Ahora soy un soldado de fortuna, soy un perro de guerra.
Y nos importa un comino por quién estamos matando.
Es la misma vieja historia con un nombre diferente.
Muerte o gloria, es el juego de matar.
Cruzaré el río profundo y ancho
Cruzo hacia el otro lado del río.
Nada los detendrá mientras el día siga a la noche.
Lo correcto se convierte en un error, la izquierda se
convierte en derecha.
Y cantan mientras marchan con sus banderas desplegadas.
Hoy en las montañas, mañana en todo el mundo.
Ride across
the river, 1985
Mark Knopfler
Versión libre
Jorge Giraldo, autor de “Populistas a la colombiana”, hace una crítica del ensayo sobre Gustavo Petro publicado por Carlos Granés en este medio.
LA PRESENCIA DE LAS REGIONES
Darío Ruiz Gómez
El centralismo colombiano único y nuclear destruyó, mediante una división territorial en abstracto, las voces y experiencias socio-culturales de las distintas regiones de un país rico en diversidad cultural, en fauna y flora, en expresiones musicales, técnicas constructivas, tal como lo había constatado la Expedición Botánica con la presencia de José Celestino Mutis y su magistral trabajo de clasificación de plantas e incorporación a la cultura de Occidente de imágenes singulares donde la creatividad de los dibujantes plasmaba lo que llamaría el espíritu de cada planta, hoja, tallo o sea el trasfondo climático de llanuras y altas montañas, de la orilla de los ríos o de los barrancos. Tarea que Codazzi retomará con el mismo aliento científico que Foucault señala en la obra rigurosa de Linneo con su cuadro del conocimiento y la taxonomía de clasificaciones.
El espíritu de la Ilustración que entendía que la construcción de una nación debía partir del previo conocimiento palmo a palmo de cada región en particular para que cada región sumara experiencias a ese concepto de Estado en que, bajo el horizonte de la libertad, se prosiguiera la tarea de reconocimiento de geografías, de habitantes y costumbres convertidos en ciudadanos(as) por encima de diferencias de razas y credos religiosos, tal como lo llegó a señalar Rousseau. ¿No fue este mismo espíritu de identificación desde una geografía y sus particularidades territoriales el que condujo a John Muir, a Thoreau, a reconocer en la vivencia de los grandes bosques y ríos norteamericanos, el origen y punto de arranque para la construcción de una nueva sociedad? ¿Existiría una noción de ser del antioqueño, como recordaba Juan Luis Mejía, si ese punto de arranque y de origen no nos lo hubieran dado una obra magna como La geografía de Antioquia de Manuel Uribe Ángel o investigaciones como La flora sonsonesa de Joaquín Antonio Uribe? Recuerdo que en una vereda de Marmato una losa recuerda el paso de Humbold, el fundador de la Universidad alemana, depósito de todas sus clasificaciones -muchas de ellas con Bonpland- de nuestra flora, de los grandes cambios climáticos, de estas orografías, todo bajo, repito, el iluminado cielo proyectado por la Ilustración.
Cuando observo en los canales regionales de T.V. a diferentes grupos de historiadores que han recuperado la importancia de la historia local y la tarea de admirables grupos de investigadores de la flora, la fauna, de especialistas ilustres en planificación regional, pienso que en el momento en que la estructura política del país se vuelva a identificar con estas realidades verificadas in situ y no continuemos bajo la visión abstracta del centralismo, no solo bogotano sino el de las capitales de los diferentes departamentos, cuando recabo en la obra de un genio científico como Víctor Manuel Patiño y su historia de las plantas, del concepto de cultura, del paisaje como construcción, pienso entonces que los distintos puntos de arranque para la recuperación del país nacional que no es otra cosa que la certificación de este sinnúmero de historias locales, de testimonios invisibilizados por el totalitarismo y la pereza intelectual, debe empezar ahora mismo bajo la perspectiva única del reconocimiento real de la autonomía de las regiones, la única además que puede sacarnos de las criminales polarizaciones a que estamos sometidos regresando a la más atávica de las violencias .
P.D.: Oyendo en Jardín este fin de semana unos conciertos de los adolescentes de la Escuela de Música, con su magistral ejecución de obras de suma complejidad, volví a entender el llamado de Goethe de que la cultura moderna debe partir de la experiencia de la aldea hacia lo universal.
Nota: Darío Ruiz y Juan Luis Mejía, entre otros (ver el programa), participaron en la séptima versión de Narrativas Pueblerinas, dedicada a los 160 años de fundación de Jardín.
Bogotá, 13 julio de 2023
Carta pública de protesta
Señor Embajador de la Federación de Rusia en Colombia, Nikolai Tavdumadze: Los abajo firmantes somos académicos, politólogos, historiadores, cientistas sociales, periodistas, entre otras profesiones.
El 20 de marzo de 2003 una coalición de países encabezada por los Estados Unidos invadió a Irak con base en una falsedad -que su gobierno estaba desarrollando armas de destrucción masiva- y pasando por encima de la legalidad internacional. El entonces Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, diría sin titubeo que, “desde nuestro punto de vista y el punto de vista de la Carta de la ONU, la guerra fue ilegal”.
Ahora, nuevamente, uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Rusia, invade a una nación independiente como lo es Ucrania con base en una falsedad -un supuesto régimen neonazi que amenaza su seguridad- y pasando por encima de la normatividad internacional.
Así como ayer rechazamos la invasión a Irak, hoy rechazamos con la misma indignación la invasión rusa, una acción que está pisoteando el derecho internacional, los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario: Una y otra intervención solo han servido para minar la estabilidad y las reglas del orden internacional.
El misil que cayó sobre los comensales de un restaurante en la población de Kramatorsk donde se encontraban tres destacados colombianos (Sergio Jaramillo, Héctor Abad y Catalina Gómez), en compañía de una importante escritora ucraniana, Victoria Amelina (quien tristemente falleció), pone en evidencia que la población civil está siendo considerada como un objetivo militar, en abierta contravía a las normas que rigen el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
Por lo anterior, no solamente nos solidarizamos con los ciudadanos y ciudadanas del mundo y con la escritora ucraniana que perdió la vida, sino que llamamos al gobierno de Rusia a parar esta guerra criminal y al Gobierno de Colombia le solicitamos llevar a Naciones Unidas y otros organismos internacionales la voz de protesta de nuestro pueblo.
Lista de firmas:
Albiñana Antonio. Alcántara Manuel. Balcázar Álvaro. Bleeker Mô. Borda Sandra. Borrero Armando. Corral Hernando. De Greiff Alexis. De la Torre Cristina. Duque Javier. Forero Clemente. Gaitán Pilar. Garcés María Teresa. García Sayán Diego. Garzón Vallejo Iván. Giraldo Ramírez Jorge. Guzmán Alvaro. Koenigs Tom. Langebaek Carl Henrik. Lara Patricia. Leal Buitrago Francisco. Llorente María Victoria. Machado Absalón. Massé Frédéric. Melo Jorge Orlando. Mires Fernando. Orozco Iván. Ortiz Carlos Miguel. Pardo Rodrigo. Pécaut Daniel. Perea Carlos Mario. Pizarro Eduardo. Pombo Roberto. Ramírez Socorro. Restrepo Luis Alberto. Reyes Alejandro. Rodríguez Becerra Manuel. Sánchez Gonzalo. Santos Enrique. Schubert Klaus. Thoumi Francisco. Tirado Álvaro. Tokatlian Juan. Uprimny Rodrigo. Vásquez Juan Gabriel
Semilla de Piedra
Autora e intérprete: Lila Downs
Contexto
May 17, 2023
Por Jorge Giraldo Ramírez
El idealismo de la izquierda, carente de un sentido realista de la seguridad,
y el brutalismo de la derecha, despreocupada de las regiones conflictivas
y de sus gentes, tienen al país en un atolladero.
¿Podrá Colombia encontrar un consenso en la búsqueda de la paz?
Manifiesto por la Paz Total
Manuel Mejía Vallejo nació por casualidad en Jericó, pero creció en Jardín. Esta región antioqueña donde pasó varios años fue inspiración para sus obras. Un recorrido literario, casi a pie.
Publicado en Generación, 2 de abril de 2023.
(Si no es posible leerlo, por cualquier restricción, aparecerá en este blog en la sección "Narrativas pueblerinas" el 23 de abril.)
Mi primer encuentro con la obra de Daniel Pécaut fue hace 45 años. Yo era un joven sindicalista de 20 años que acababa de abandonar sus estudios de historia para dedicarse a la militancia social. Los inconformes de Ignacio Torres Giraldo y Política y sindicalismo en Colombia, de Pécaut, fueron los libros más atractivos de mi nuevo curso vital aunque este último fue un desafío que me sobrepasó en aquel momento. Mi primer encuentro físico con Daniel ocurrió a principios de los años noventa cuando me visitó en la Escuela Nacional Sindical en busca de los viejos dirigentes sindicales antioqueños, y ansioso por actualizarse sobre el estado del movimiento. Ambos contactos fueron la apertura de una amistad académica marcada por su tranquila agudeza, y de ellos derivo sus lecciones.
La lección intelectual tiene que ver con nuestra común formación básica en filosofía, campo en el cual Pécaut desarrolló una maestría para articular tareas conceptuales, teóricas y valorativas con su práctica de la sociología, la historia del presente y el análisis político. Daniel desarrolló sus investigaciones a partir de un repertorio conceptual sólido que se mantiene desde 1973, sorprendentemente, y que afinó desde entonces. Viejas nociones clásicas, transformadas en sus manos, como orden o lo político enriquecieron los estudios histórico-políticos colombianos, y otras más nuevas, como lo simbólico, constituyeron una novedad que estableció lazos con la antropología y la semiología. La obra de Pécaut despliega y sustenta un conjunto de tesis fuertes que ya conforman una teoría criolla sobre el devenir colombiano: la complementariedad del orden y la violencia, la debilidad de una simbólica nacional, el prosaísmo de la violencia, la negación del populismo, la pobreza de las ideas políticas en el país, entre otras. En cuanto al aspecto valorativo, no se queda en las teorías meso ni en el plano interpretativo sino que ofrece una evaluación, unos juicios de valor, que iluminan su análisis y que se presentan con elegancia y sobriedad, ejercicio complejo y constructivo en un ambiente intelectual poco diestro en el debate abierto y constructivo.
Más allá de su compromiso con los problemas del país y con sus ámbitos académico e intelectual, destaco sus lecciones personales más afectivas: la generosidad en la enseñanza y la socialización del conocimiento (en las ONG o en la Universidad Eafit), la apertura para realizar nuevas preguntas e integrar a su bagaje nuevos problemas (narcotráfico, violencia urbana, mafias, memoria), y la delicadeza y amabilidad en la expresión de las contradicciones (sobre guerra civil o populismo, en mi caso).
Mi gratitud hacia un maestro que siempre se presentó como un colega cordial y modesto.
Reconsideración sobre Belisario, el político
En el centenario del nacimiento del presidente conservador Belisario Betancur,
un breve recuento sobre su legado político.
"El populismo como clave interpretativa para la política contemporánea colombiana"
RESUMEN
Este artículo rastrea el concepto de populismo en la obra de Daniel Pécaut y ofrece una explicación de la manera en la que el sociólogo colombo-francés argumenta la tesis de que el rechazo al populismo incidió de manera fundamental en la configuración de la trayectoria política colombiana en el siglo XX.
Palabras clave:
Daniel Pécaut, Colombia, siglo XX, populismo, liberalismo, antipopulismo, orden político, Marco Palacios.
Para acceder al video de la Cátedra Luis Ospina Vásquez 2023, a cargo de Mario Jursich, cuyo título es "Belisario Betancur: ¿un excéntrico del conservadurismo?", pulse aquí
¿Qué habría sido de Jardín sin Belisario? Esta es una de esas preguntas que llamamos, en lógica, contrafáctica.
El hecho, lo fáctico, es que el presidente de la república Belisario Betancur declaró monumento nacional al templo y al parque de Jardín, por medio del decreto 1132 de 1985. En virtud de ese acto pasaron a ser bienes representativos de la cultura y de la historia nacionales y, por tanto, a estar protegidos por normas y ser objeto de atención del gobierno central para su recuperación y sostenibilidad.
Cuando un gobernador, alcalde o cualquier funcionario se abroga méritos por la intervención en el parque, donde ya tenemos una horrenda placa, le está mintiendo a la ciudadanía. Está tratando de ganar indulgencias con padrenuestros ajenos.
Dejemos el vainazo y volvamos al contrafáctico. ¿Qué habría sido del templo y del parque sin la legislación nacional sobre patrimonio y la supervisión del Ministerio de Cultura? ¿Qué sería Jardín sin su parque y sin su templo?
Y pasemos a las aspiraciones: ¿Qué más es posible hacer para conservar y enriquecer el patrimonio arquitectónico del pueblo? Porque la voracidad privada y pública amenazan.
Entonces hoy, que se cumplen cien años del nacimiento de Belisario Betancur, vale la pena un acto de gratitud de los jardineños.