¿Qué habría sido de Jardín sin Belisario? Esta es una de esas preguntas que llamamos, en lógica, contrafáctica.
El hecho, lo fáctico, es que el presidente de la república Belisario Betancur declaró monumento nacional al templo y al parque de Jardín, por medio del decreto 1132 de 1985. En virtud de ese acto pasaron a ser bienes representativos de la cultura y de la historia nacionales y, por tanto, a estar protegidos por normas y ser objeto de atención del gobierno central para su recuperación y sostenibilidad.
Cuando un gobernador, alcalde o cualquier funcionario se abroga méritos por la intervención en el parque, donde ya tenemos una horrenda placa, le está mintiendo a la ciudadanía. Está tratando de ganar indulgencias con padrenuestros ajenos.
Dejemos el vainazo y volvamos al contrafáctico. ¿Qué habría sido del templo y del parque sin la legislación nacional sobre patrimonio y la supervisión del Ministerio de Cultura? ¿Qué sería Jardín sin su parque y sin su templo?
Y pasemos a las aspiraciones: ¿Qué más es posible hacer para conservar y enriquecer el patrimonio arquitectónico del pueblo? Porque la voracidad privada y pública amenazan.
Entonces hoy, que se cumplen cien años del nacimiento de Belisario Betancur, vale la pena un acto de gratitud de los jardineños.
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