Del 2021 me quedo, en el campo cultural, con las recuperaciones de algunas historias que están presentes en las biografías de mi generación y que les sugiero como regalo que pueden hacerse a sí mismos los mayores de 50 años; también para los demás, aunque ya como asunto de cultura general.
El filólogo e historiador español Antonio Piñero dirigió un equipo de investigadores que presentó la más reciente versión de los textos fundacionales del cristianismo. A lo largo de 1.700 páginas se recompone el orden cronológico de los escritos que conforman el Nuevo Testamento, con una nueva traducción y una ingente cantidad de notas explicativas que apuntan a aclarar el contexto histórico, la consistencia de los argumentos y la teología que comienza a tejerse casi desde el momento de la muerte de Jesús. El cristianismo es el aire y el suelo de nosotros los occidentales y su conocimiento es tan perentorio como el de la tradición grecolatina. Por si había alguna duda, también queda claro que Pablo de Tarso es la figura más influyente en nuestra cultura (Los libros del Nuevo Testamento: traducción y comentario, Trotta).
El músico y escritor estadounidense Ahmir Thompson, más conocido como “Questlove”, recuperó la grabación audiovisual de una serie de conciertos realizados en el verano de 1969, en Harlem. Una gran parte del estrellato negro —desde Mahalia Jackson hasta Nina Simone— alterna con músicos africanos y latinos (Ray Barreto y Mongo Santamaría), y pastores activistas como Jesse Jackson para configurar un fresco musical, social y político de los años sesenta. Es historia, sí, pero también es actualidad. Lucha por los derechos civiles, movilización pacífica y llamados a la insurrección, solidaridades vecinales, vanguardismo estético (Summer of soul, Star+).
Mesianismo y ardor revolucionario toman una senda trágica en la vida del cineasta Sergio Cabrera, novelada en Volver la vista atrás (Alfaguara). Los detalles personales, a veces psíquicos, de Cabrera y su padre —de su hermana en menor medida— muestran un relato convincente de la vida de algunas familias revolucionarias de la segunda mitad del siglo pasado, del delirio y de la capacidad movilizadora que logra el fanatismo cuando encuentra estribo en el espíritu del tiempo. Para mí se trata del ejercicio de memoria pública — merecedor de nuestra admiración— que Cabrera hace ante el mundo, mediante la prosa diestra de Juan Gabriel Vásquez.
La vida del fotógrafo antioqueño Floro Piedrahita (1893-1972) es, sobre todo, la de un testigo. Al menos es el punto de vista que predomina en el libro que editaron Juan Camilo Escobar y Adolfo Maya, profesores de la Universidad Eafit, y que se apuntala en el archivo —otro trabajo de memoria— que conservaron sus hijos. El título es una sinopsis: ¡Levántate y marcha!: movimientos sociales y política en Colombia (1920-1940): las fotografías de Floro Piedrahita Callejas y otras imágenes del mundo.
El Colombiano, 9 de enero
No hay comentarios.:
Publicar un comentario