Los precios del café están por los suelos desde que comenzó 2019 y, por ende, han puesto en una situación difícil a los pequeños y medianos caficultores (los grandes se comen el 60% de los subsidios de papá estado). El efecto se siente hace rato en el suroeste antioqueño, la mayor región productora del departamento. Como si fuera poco ahora se taponó la Troncal del Café en el cañón de la quebrada Sinifaná. Los esfuerzos de la región para diversificarse con el turismo, la producción de frutales y pequeñas empresas de alimentos y prendas de vestir, también se derrumban.
Hasta ahora el debate de Pacífico 1, la concesión que va desde Bolombolo hasta Primavera, era sobre el trazado. Por qué no seguir la margen del Cauca hasta Antioquia y retomar de allí o Sopetrán hasta Puerto Valdivia; por qué no abrir la cuenca de El Poblanco; por qué no usar la vertiente por donde iba el tren. Ya ese debate no tiene sentido: la vía va por donde va, por tierras de superintendentes y congresistas, y de sus amantes.
El problema actual es con la intervención actual de Covipacífico, la empresa propiedad del señor Sarmiento Angulo, quien en virtud de su amistad con Juan Manuel Santos se convirtió de la noche a la mañana en experto en obras de infraestructura física. El ingeniero José Hilario López cuenta estas vicisitudes con pelos y señales en un artículo que recomiendo (“Calamidad pública en el suroeste antioqueño”, El Mundo, 04.06.19). De sus comentarios destaco el hecho de que la Veeduría de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros había efectuado advertencias desde 2016 a la Agencia Nacional de Infraestructura, a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, a Covipacífico y a la Gobernación de Antioquia. Ellos mostraban la alta probabilidad de “deslizamientos que obligarían el cierre de la Troncal por un periodo superior a dos años”.
A esto habría que sumarle el hecho de que Invías había autorizado un cierre parcial desde mayo, durante todo 2019, y que para ello debió haber inspeccionado las obras y promovido el mejoramiento de las vías alternas que recomendó en ese entonces. Todo esto es llorarle al gobierno nacional, pero ¿qué ha hecho la Gobernación de Antioquia? Nada. Después de un mes de cierre parcial y dos semanas de cierre total, la Gobernación ni siquiera ha controlado el tráfico pesado por las vías Camilocé-Bolombolo y Camilocé-Puente Iglesias, que ya amenazan ruina por esta imprevisión. No hablemos ya de la ausencia de intervenciones físicas en el débil tramo entre El Cinco y Bolombolo que amenaza con aislar a Venecia. Ninguno de los siete contratos viales adjudicados por la Secretaría de Infraestructura Vial para 2019 está enfocado en estas vías.
Ya es tarde, pero si los dolientes del suroeste no se movilizan las cosas irán a peor.
El Colombiano, 9 de junio.
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