Uno quiere acceder de forma directa a una información verosímil e independiente sobre lo que pasa en su país, pero cuando los grandes medios impresos caen en manos de los grupos económicos las opciones se reducen. El Grupo Gilinski acaba de cerrar el cerco sobre los medios bogotanos con la compra de Publicaciones Semana. (El Tiempo, de Luis Carlos Sarmiento, convirtió a los ministros en columnistas.) Solo nos queda la prensa escrita regional, con sus limitaciones y alcances. Tener una información calificada será más arduo y requerirá más trabajo.
El asesinato de Fabio Legarda, el entretenedor juvenil, pone entre los palos todas las ideas primitivas de la seguridad: una víctima de un asalto mata a un transeúnte, tratando de matar al agresor. Las lógicas binarias también han muerto: un “buen tipo”, cargando millones de pesos en efectivo y una pistola nueve milímetros, asesina a un “buen hombre”. ¿No son, pues, los malos los que matan? No en Medellín, ni en Colombia. Es verdad a medias, o sea una falsedad. ¿Y quién se preocupó por la vida del ladrón? ¿Existe la pena de muerte por defecto? ¿En qué quedarán las restricciones al porte de armas?
Desde que vimos –hace tres décadas– a Bernard Hinault circulando por la Avenida El Poblado no teníamos una superestrella del ciclismo en competencia en la región. Coincide el Tour Colombia con el apogeo del ciclismo nacional y de la manía (casi adicción) por la bicicleta. Tanta alegría que nadie se queja por la incomodidad enorme en un país donde se tiene que competir en vías primarias. Pesar, sí, de ver a estos atletas hiperventilándose en momentos en los que las ocho principales estaciones pintan el aire con alerta naranja. Hiperventilándose y tragando partículas por doquier.
La libertad de que disponemos para opinar, controvertir y criticar –al alcance de todos, no solo de los columnistas– se retuerce cuando se usa para la calumnia, como le acaba de ocurrir a Ana Cristina Restrepo. Muy lamentable que un pulgar rápido obturado por una mente ligera se desmande en acusaciones y peor que un colega, en este caso Raúl Tamayo, salga a divulgarr infundios. Es función de la prensa mejorar la calidad de las discusiones, sin importar la audiencia que tenga el periodista.
De un lado, EPM, patrimonio público de todos los antioqueños y colombianos, y de Hidroituango, el mayor proyecto hidroeléctrico en la historia del país, pero apenas el noveno en tamaño en Suramérica. También la falibilidad humana. Del otro, la soberbia ingenieril, la parcialidad en el análisis, la pasión triste del resentimiento y el oportunismo político de los activistas del populismo y los adversarios del interés público, como el gobernador de Antioquia,
De un lado, el Medellín que somos, desde hace un siglo y un lustro, la camiseta y sus hinchas; del otro, los demás.
El Colombiano, 17 de febrero
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