El Acuerdo Final que se refrendará hoy tiene 297 páginas y 124.730 palabras, de las cuales 6.948 son palabras distintas. El Alto Comisionado para la Paz se quejó, hace poco, de cierta inflación del número de páginas puesto que de ellas 105 corresponden a anexos. Un curioso se tomó el trabajo de despojar el texto de los horrores idiomáticos en que termina el llamado lenguaje incluyente y encontró que, sin ellos, el texto se reduciría en 93 páginas (Semana, “93 páginas menos”, 24.09.16). Personas juiciosas elaboraron síntesis todavía más legibles; por ejemplo, el historiador Jorge Orlando Melo logró una de 3.200 palabras que caben en menos de 7 páginas.
Según la investigación lexicométrica que está adelantando el profesor Heiner Mercado, de la Universidad Eafi, las palabras más frecuentes en el texto del acuerdo son: conflicto, que aparece 178 veces; víctimas, 168; derechos, 161; verdad, 140; paz, 134; justicia, 120; reparación, 106; reconocimiento, 100; y no repetición, 98 veces. Esta recurrencia refleja el mayor volumen que tiene el punto de víctimas y, también, la filosofía que guió a la comisión gubernamental.
El 26 de septiembre, en Cartagena, Rodrigo Londoño pronunció 3.146 palabras y el presidente Santos 2.063. Londoño recurrió principalmente en los términos de la concordia: paz, 33 veces; acuerdo, 15 y reconciliación 9 veces; habló de perdón 5 y de víctimas 4. Santos también se enfocó en la paz, palabra que dijo en 20 ocasiones y el acuerdo 18. El Presidente hizo más alusiones a los términos del acuerdo, mencionando las fórmulas de la justicia transicional (8 veces frente a ninguna mención de Londoño). Habló más del pasado Londoño.
Entre los dos no hicieron ninguna interpelación a los ciudadanos, en el sentido democrático o republicano del término. Se mencionó a los compatriotas (4 veces) y al pueblo (19 veces) siempre como sujetos pasivos y pacientes. Y eso a pesar de que todo el proceso de diálogos debía pasar por el escrutinio ciudadano en las urnas. Como en toda decisión, los procesos informativos y deliberativos concluyen en una sola palabra, que se reduce a dos caracteres, sí o no, que es de lo que trata este 2 de octubre.
Creo que los diálogos en La Habana condensaron discusiones largas en el país: 72 años de debates sobre el problema de tierra, 58 años de fórmulas de participación política, 32 de políticas antidrogas, 11 años de aprendizaje sobre justicia transicional. Con excepción del tema de drogas, los demás tendrán un cierre definitivo o, al menos, cambiarán sustancialmente de carácter. Será una magnífica oportunidad para cambiar de temas o de problemas, como dijo hace poco Joaquín Villalobos (“El acuerdo de los acuerdos”, El País, 23.06.16).
La palabra de la esperanza, de la libertad, de la acción y del futuro es sí. Sí es la palabra que más importa hoy.
El Colombiano, 2 de octubre
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