lunes, 19 de octubre de 2015

Deliberando

Llovieron comentarios (e insultos) por mi columna de la semana pasada en la que criticaba al candidato Juan Carlos Vélez. Me parece muy bien. En Colombia falta deliberación. Aquí la mayoría de los políticos no discuten y la mayoría de los opinadores se van por las ramas. Me parece loable que sus partidarios hayan salido a la palestra ya que su candidato suele eludir el foro público. Respondo a los que están a la altura, empezando por mi gran amigo Jaime Jaramillo Panesso (El Colombiano, 15.10.15).

¿Por qué no estoy de acuerdo con Vélez? Porque no se quiso comprometer con los programas locales dirigidos a reparar a las víctimas (y eso incluye a las de la guerrilla), reconstruir la memoria de la ciudad y atender a los desmovilizados. Su gesto muestra carencia de sensibilidad para atender las necesidades del posconflicto. También porque se esconde detrás del mantra de la seguridad democrática. Esa política fue rural, dirigida a enfrentar a las guerrillas y estaba basada en el poder duro. La seguridad urbana necesita otros criterios –principalmente poder blando– y Vélez ha demostrado que no los conoce.

La seguridad ciudadana no necesita machos. Necesita líderes perceptivos, que sepan usar la inteligencia, la tecnología y la capacidad de coordinarse con entidades del orden nacional. No se combaten ladrones de celulares con helicópteros artillados. Al lado de Federico Gutiérrez o de Alonso Salazar, Vélez es un aprendiz en materia de seguridad. Eso de andar proponiendo robocops para llevar a las comunas y un programa de empleo pagando informantes no solo es demagógico, es peligroso.

Para Antioquia, objeto a Luis Pérez. Los que ya no somos jóvenes sabemos de Goyeneche, un señor bogotano a quien le encantaba lanzarse a la presidencia con propuestas tales como pavimentar el río Magdalena, pues lleno de arena y agua no le faltaba sino cemento para hacer una autopista. Goyeneche iba a solucionar la congestión en el tráfico construyendo las ciudades en el campo. Bueno, Luis Pérez le iba a poner segundo piso al río Medellín y ahora quiere hacer autopistas aéreas para entrar a Medellín. Más demagogia que locura.

Pero Luis Pérez no hace parte del folklor. El folklor es ingenuo y simpático. Luis Pérez no es ni lo uno ni lo otro. Sus relaciones políticas son bastante peligrosas y su manera de hacer política es humillante y clientelista. Sus antecedentes como alcalde son nefastos. Los principales símbolos de su gestión son La Escombrera en la Comuna 13 y la vajilla que costó cien millones de pesos. Sus críticos viven acorralados por los pleitos judiciales y las amenazas, como acaba de ocurrir con el periodista Pascual Gaviria. Es candidato porque Santos le está pagando el favor de haber sido jefe de finanzas de su campaña.

Mis diferencias con Vélez son programáticas, con Luis Pérez son éticas.

El Colombiano, 18 de octubre

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