Para analizar el papel del empresariado en la situación de Medellín en las últimas décadas hay que empezar por excluir a los grandes grupos del país que invirtieron en la ciudad desde los años setenta y que, a raíz de las dificultades económicas y la crisis social, decidieron irse. Hablo de los que decidieron quedarse. Dicho esto, creo que la línea maestra para el análisis es la que resulta de las redes que han construido los empresarios en los últimos 35 años. En Medellín –y esto es aplicable a Colombia– hay dos tipos de redes en contienda por el poder social: redes cívicas y redes predatorias.
Llamo red predatoria a la conjunción de intereses entre políticos, mafiosos y empresarios, que usaron la violencia y la política como vías de acumulación de riqueza. El factor central de esta red es el lavado de dinero; tuvo algunas actividades preferenciales en propiedad raíz, logística, juegos de azar, entretenimiento, deporte, aunque pudo extenderse a otras; y ha usado dispositivos como las licencias públicas, el contrabando, la farándula. Aunque este es un mundo oscuro por definición, indicios de esta red pueden encontrarse en los juicios por parapolítica, algunos fallos judiciales y las investigaciones del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
De otro lado, existe una red cívica cuyo origen se remonta al frente común que hizo una parte de la sociedad antioqueña ante el desafío del Cartel de Medellín al Estado. Diversas iniciativas civiles confluyeron en 1990 y sirvieron de puntal a los trabajos de la Consejería Presidencial para Medellín. Organismos no gubernamentales, sindicalistas y otros movimientos sociales, y una franja importante del empresariado se juntaron de manera inédita en la región y en el país a propósito de lo que en ese momento se llamó “alternativas de futuro para Medellín y Antioquia”.
Esa red cívica es la principal responsable de la recuperación de la ciudad y de lo que ahora se conoce como el “modelo Medellín”. El esquema fiscal de la ciudad, las alianzas público privadas, los espacios de participación, los organismos de control ciudadano, el comité universidad-Estado-empresa, la fortaleza de las empresas públicas, la importancia dada a los derechos humanos, los nuevos liderazgos en la política, son rasgos de la nueva gobernabilidad de la ciudad.
En el componente empresarial, esta red tuvo su ancla en la creación, en 1975, de la Fundación Proantioquia “como una respuesta anticipada a la necesidad de discutir, analizar, valorar y apoyar, desde el sector privado, políticas públicas de carácter regional y nacional”. Su orientación puede deducirse de las principales iniciativas nacionales y regionales que ha promovido: Corporación Excelencia en la Justicia, Transparencia por Colombia, Fundación Ideas para la Paz, Fundación Empresarios por la Educación y el Programa Medellín Cómo Vamos. La simple enumeración indica una visión estratégica que trasciende la ciudad y ha influido en el país.
Arcadia, 119, agosto de 2015
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