Hace un par de años, tal vez, Mario Vargas Llosa escribió que el dispositivo emblemático del desarrollo era el sanitario. Creo que ya había escuchado antes la idea, pero en este momento no interesan las autorías. La sugerencia, a primera vista, parece descabellada pero no lo es; depende, eso sí, de la concepción de desarrollo que se postule. El sanitario funcionaría muy bien como símbolo e indicador del desarrollo humano.
La teoría del desarrollo humano la formuló el economista indio Amartya Sen hace casi treinta años junto con otros científicos sociales, en un equipo convocado por Naciones Unidas. Cuando se creó el índice de desarrollo humano (IDH) se simplificó como la sumatoria de esperanza de vida, educación e ingresos. El sanitario se ajusta muy bien al primer factor y es una condición para el segundo, está más lejos del tercero. Pero, además, la presencia de un sanitario funcionando en una casa implica alcantarillado, acueducto y previene la amenaza de plagas e infecciones. Miles y millones de sanitarios exigen una política sistémica respecto a la conservación del agua y las cuencas.
Otro emblema del desarrollo puede ser el automóvil. Hace décadas, algunos propusieron adoptar la producción de acero y el consumo de energía como indicadores de desarrollo. El automóvil representa bien esa idea. Eso sí, no tiene ninguna relación con la salud ni la educación; se relaciona con los ingresos, aunque mucho mejor con lo que el escritor suizo Alain de Botton llamó “la ansiedad por el estatus”. El automóvil es un gran generador de empleo, pero también de contaminación. Cada estadunidense que conduce lanza al aire casi seis mil kilos de dióxido de carbono por año y es, de lejos, el principal factor de contaminación ambiental (Time, 06.07.15).
A no ser que uno tenga una idea del desarrollo similar al modo de vida de los Nukak Maku antes de que supiéramos de ellos (no tengo la más remota idea de cuál sería su símbolo), en el mundo real el desarrollo es una combinación de sanitarios y carros. Países como Estados Unidos o Alemania tiene tantos de los unos como de los otros; en Dinamarca y Suecia, definitivamente hay más sanitarios que carros; en India y China, más carros que sanitarios. En Colombia hay casi diez millones de automotores (contando motos) y es muy probable que falten sanitarios en unos tres millones de hogares, así que pronto estaremos más lejos de los países desarrollados y más cerca de los turbulentos países emergentes.
Sin embargo, la amenaza cotidiana del cambio climático no hace muy plausible esta mezcla homogénea de sanitarios y carros. La prioridad del país debe ser tener al menos un sanitario por hogar. Después de lograr eso, deberíamos pensar en un esquema de desarrollo más sostenible. La bicicleta puede ser un símbolo, el panel solar, otro.
El Colombiano, 19 de julio
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