sábado, 10 de noviembre de 2012

Discurso de Bruce Springsteen en el último día de campaña

5 de noviembre del 2012, Madison, Winconsin.

Permítanme comenzar con un saludo a todos nuestros vecinos en el noreste que están afectados el huracán de Sandy y su tremendo impacto. Nuestros pensamientos y oraciones están con ellos.

Es bueno estar aquí hoy con ustedes y será grandioso sentir el poder de sus voces y votos mañana.

Estoy aquí hoy por Wisconsin, Estados Unidos y por el presidente Obama.

Durante los últimos 30 años he estado hablando en mi música sobre la distancia entre el sueño americano y la realidad americana. La he visto desde dentro y fuera: como un muchacho obrero de un hogar de clase trabajadora en Nueva Jersey –donde mis padres luchaban, a menudo sin éxito para terminar bien cada mes–; en mi vida adulta, visitando el 9th Ward en Nueva Orleans después del Katrina, o reuniendo gente de las despensas de alimentos de todas partes de los Estados Unidos, que trabajan todos los días para ayudar a nuestros ciudadanos que luchan en estos tiempos difíciles que hemos estado sufriendo.

El sueño americano y la realidad americana: nuestra votación de mañana es la única manera innegable para que lleguemos a determinar la distancia en esa ecuación. Mañana, tenemos una ocasión personal para la configuración del tipo de Estados Unidos en queremos que crezcan nuestros hijos.

Soy un marido y un padre, mi amada esposa Patti está aquí conmigo. Tenemos tres hijos creciendo y haciendo su camino en el mundo. Tengo 63 años (Patti es mucho más joven)... pero ambos hemos vivido algunos momentos que han dinamizado la historia estadounidense: la lucha por los derechos civiles, el movimiento pacifista, el movimiento de mujeres, tocamos en Berlín Este, un año antes de la caída del Muro, y estuvimos con Amnistía Internacional un año antes la liberación de Nelson Mandela y del fin del apartheid. Eran días en que podías sentir los vientos de cambio y el mundo moviéndose debajo de tus pies.

Y... recordamos como otro momento de entusiasmo la noche en que el presidente Obama fue elegido.

Fue una noche increíble, cuando la esperanza llenaba nuestros corazones, cuando se podía sentir que las puertas cerradas del pasado se abrían a nuevas posibilidades –inimaginables antes–, a una nueva esperanza y el cambio.

Hoy tenemos otra batalla. Ahora somos responsables de la dura lucha diaria para hacer que esas posibilidades, sean cambios reales y duraderos en un mundo que desafía nuestra esperanza y que a menudo es brutalmente resistente al cambio.

Hemos estado en esa lucha durante los últimos cuatro años, ante fuerzas de oposición incansables.

Apoyé al presidente Obama hace cuatro años y me siento orgulloso de estar con él hoy. Porque...

Estoy agradecido por los avances históricos en la asistencia sanitaria.

Estoy agradecido por tener un Wall Street más regulado y porque se comenzará a proteger a nuestros ciudadanos de la codicia ciega de los que más tienen.

Mi padre trabajó en una cadena de montaje de Ford cuando yo era niño y estoy agradecido de que tengamos un presidente que tuvo fe en la industria automotriz estadounidense y de que General Motors siga fabricando automóviles.

Estoy agradecido de tener un presidente decidido y trabajador preservando la seguridad de Estados Unidos... y estoy agradecido por el hecho de que, como prometió, haya terminado la guerra en Irak y está terminando la guerra en Afganistán.

Estoy aquí porque estoy preocupado por los Derechos de la Mujer y sobre sus problemas de salud tanto en aquí como en el mundo. No tengo nada que decirles sobre los amenazas que tendría Roe vs Wade [jurisprudencia de la Corte sobre el aborto en 1973, N. del T.] bajo las políticas de los opositores.

También estoy preocupado por treinta años de una creciente disparidad de riqueza entre nuestros ciudadanos más ricos frente a los estadounidenses comunes. Esa es una disparidad que amenaza con dividirnos en dos naciones distintas y separadas. Tenemos que ser mejor que eso.

Finalmente estoy aquí hoy porque he vivido lo suficiente para saber que el futuro rara vez llega con una marea rompiente. Su marcha es lenta con frecuencia, paso a paso, día a día. Ahora estamos en medio de uno de esos largos días. Creo que el presidente Obama siente esos largos días en los huesos por el 100% de nosotros. Él vivirá esos días con nosotros.

El presidente Obama se postuló la última vez como un hombre de esperanza y cambio. Se oye decir mucho que las cosas son diferentes ahora. Las cosas no son diferentes, son apenas más reales. Necesita más tiempo. El trabajo del Presidente, nuestro trabajo, el tuyo y el mío –si eres republicano, demócrata, independiente, rico, pobre, negro, blanco, gay, heterosexual, soldado, civil– es mantener viva la esperanza, combatir el cinismo y la apatía, y creer en nuestro poder para cambiar nuestras vidas y el mundo en que vivimos.

Por lo tanto, vamos a ir a trabajar mañana, y... pasado mañana, y el día siguiente. Reelijamos al presidente Barack Obama para que nos conduzca hacia la América que esperamos.

Trad. Jorge Giraldo

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