Toda la gente “seria” que está en el fútbol, o sea los que comen gracias al fútbol, se tiene prohibido soñar. Los técnicos viven preparándose para un futuro que nunca llega, los directivos se niegan a establecer metas, los periodistas viven haciendo llamados a la calma. Los futbolistas, ya acostumbrados a ganar de todo en Europa y el Cono Sur, llegan aquí intimidados a repetir frases de cajón.
Esto no pasa en el patinaje, el boxeo, el atletismo o el ciclismo, por decir cualquier cosa. Autoridades, deportistas y periodistas se ponen metas: ganaremos tantas medallas, seré campeón, mejoraremos nuestras marcas, pelearemos la montaña… en estos deportes se parecen a los empresarios y a los economistas. En el fútbol hay un veto implícito a colocar objetivos, más parecido al que existe en la política que se va en frases generales y poses sin compromiso con números evaluables.
¿Cuál es la meta colombiana en el Mundial Sub-20? Ninguna que yo sepa. Bolillo, en “Semana”, nos puso una antimeta: no ser campeones. ¿Qué es un buen resultado? ¿Llegar a cuartos? Terminada la primera fecha nadie ha puesto más en la cancha que Colombia, ¿llegar a la semifinal? Si Juan Villoro tiene razón, la palabra hincha viene de “hinchar”. El hincha tiene derecho a hincharse y a ver a su equipo hinchado. ¡Dejen que nos ilusionemos!
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