Daniel Samper Pizano ha dedicado sus últimas columnas del 2010 a hacer elegías de Julian Assange. En 40 años nunca lo he leído tan apologético, tan dedicado a la hagiografía como con el fundador de Wikileaks. El argumento más fuerte que ha esgrimido es que prefiere a Assange sobre Kissinger.
Anacronismos aparte –porque tendría que decir que lo prefiere a Hillary Clinton– Samper El Bueno nos pone a escoger entre un tirano y un pirata, lo que desde luego se trata de una falacia. Aquí no hay dicotomía. No tenemos que escoger entre el secretismo del Estado y el panóptico de los piratas 2.0. Entre uno y otro hay muchas posibilidades. Si no lo creen, lean el artículo de Peter Singer “La diplomacia abierta es posible?: http://www.project-syndicate.org/commentary/singer69/Spanish.
Por supuesto, que tiene más glamour Assange que los piratas somalíes del océano Índico pero son lo mismo. Sólo que el australiano opera en escala global y usa recursos a través de los cuales roban todos los días las cuentas de correo, las claves de acceso a sitios comerciales y bancarios, y se vigilan las comunicaciones en internet a centenares de millones de personas.
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