Aunque más tenues que otras, las discusiones políticas sobre el Premio Nobel de Literatura han emergido. No hablo de Oliver Stone cuya sabiduría política se resume en que es “chavista”, sino de los comentarios avisados de gente como José María Lasalle, Javier Cercas, Alberto Buela y otros.
Para los dos primeros, el valor político del escritor peruano reside en que se trata de un liberal. Para Buela, este asunto es adjetivo: lo importante es que se trata de un escritor que reivindica el español como factum metapolítico que impone ya una perspectiva. Ambos juicios son compatibles. En muchos sentidos Vargas Llosa es un ejemplar de lo suramericano –como García Márquez o algún Borges– y su obra basta para demostrarlo.
Y paradójicamente es también muestra de un liberalismo casi puro y muy desarraigado. Hasta el punto de que puede servir de medio de contraste para probar qué tan liberales son nuestros liberales. El examen puede hacerse a través de, al menos, dos libros de artículos políticos del escritor o del seguimiento a sus columnas en El País de Madrid o El Colombiano. Los que no se escuecen por su defensa de la legalización de la marihuana lo harán por concederle razón al Tea Party en su idea de limitar la intervención estatal.
1 comentario:
De acuerdo. Aunque me parece que los matices se imponen: VLL es un liberal decimonónico continental, muy afrancesado, y de allí, a mi juicio, su marcado anticlericalismo, y cierto nihilismo de sus posturas.
No es un liberal de la tradición inglesa que mezcla lo suyo con cierto conservadurismo. O con el liberalismo antiguo que Strauss identifica con la virtud y el conocimiento. Un abrazo.
Publicar un comentario