Cuando el fuego olímpico empezó a calentarse, hace más de un año, un largo periodo de preparativos del humanitarismo global empezó a mostrar sus frutos. El recorrido de la llama olímpica por los cinco continentes fue acompañado de una agresiva campaña contra el Estado chino a favor de la independencia del Tíbet, denunciando violaciones de los derechos humanos y las restricciones de las libertades civiles.
Semanas antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos, los medios de comunicación occidentales generaron un ambiente de incertidumbre por la contaminación del aire en Beijing y se inundaron de titulares sobre la renuncia de varias estrellas deportivas a participar en las competencias y la inminencia de la suspensión de muchas competencias por parte del Comité Olímpico Internacional.
El 8 de agosto, mientras se encendía el fuego olímpico, miles de humanitaristas globales encendieron veladoras en varios lugares del mundo lamentando la tragedia de una celebración fraternal en un Estado infernal. Un día antes, George Bush y Nicolás Sarkozy habían recogido la primera cosecha del activismo humanitario exigiendo a China que cambiara sus políticas y lanzando duras advertencias para el futuro. Los terroristas separatistas de Xinjiang hicieron lo suyo explotando bombas en esta provincia limítrofe con Afganistán en esas mismas fechas.
A la semana siguiente, medios de comunicación liberales se dedicaron a mostrar la otra cara de los juegos: una niña que dobló en la ceremonia, el uso de trucos televisivos en la transmisión, la imposibilidad de entrar a las páginas web de los secesionistas en los computadores chinos, la existencia de apartamentos de 10 metros cuadrados, el robo de cámaras a los turistas occidentales… China es todo lo que Occidente detesta y supuestamente no es.
El humanitarismo global está pavimentando las avenidas sobre las que se disputará el próximo conflicto global. Los Bush y Sarkozy de mañana recogerán esa herencia. Y dentro de 5, 10 y 15 años los humanitaristas globales se eximirán de responsabilidades y dirán que los nuevos conflictos son culpa de los políticos: del belicismo occidental y el totalitarismo oriental. No predicarán los derechos sino la paz.
1 comentario:
No se el humanitarismo global, puede que no sea todo lo perfecto que se quisiera, pero bueno ahí está. Frente a CNN y ese humanitarismo me gustaron más los documentales de la DW, que poco hablaron del Tibet, pero si muhco más de los presos políticos de China.
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