martes, 4 de noviembre de 2025

El fascismo eterno

Bajo este título pronunció Umberto Eco (1932-2016) una conferencia en la Universidad de Columbia en 1995, 25 de abril para ser exactos. Él explica el contexto de la misma: la conmemoración de la insurrección italiana a finales de la Segunda Guerra Mundial y su intención de "promover una reflexión sobre problemas de actualidad en diferentes países".

No se trataba de una obviedad. En ese tiempo la preocupación intelectual sobre el fascismo estaba apenas en ciernes, como se deduce de esta gráfica. Cuando Eco estaba llegando a Estados Unidos ocurrieron los atentados terroristas en Oklahoma y al público se le ofrecía una ocasión impresionista para acercarse al tema, pero la disertación buceaba en tendencias políticas y culturales más profundas y duraderas. (En sus palabras, los "hábitos culturales", la "nebulosa de instintos oscuros" y las "pulsiones insondables".) Una persona como él no comete ligerezas cuando usa el adjetivo "eterno", replicado en las traducciones al inglés y al español.

Eco se ve obligado a dedicar la primera parte de su conferencia a realizar una distinción entre nazismo y fascismo que no es obvia ni siquiera para los estudiosos sociales, pero que está bien definida en el pensamiento europeo. Allí están Hannah Arendt o Norberto Bobbio o Raymond Aron para entender las distancias que separan al totalitarismo -nazi o soviético- del fascismo italiano y sus émulos.

El aspecto novedoso de su texto, a mi manera de ver, está en la segunda parte. En ella se dedica a proponer una serie de características que permitirían identificar el fascismo, catorce en total. Lo hace consciente de la confusión -incluso, arbitrariedad- común en el uso y la explicación del término. Puesto que "se puede jugar al fascismo de muchas maneras y el nombre del juego no cambia", Eco apela a la tesis de Ludwig Wittgenstein (1889-1951) sobre los parecidos de familia. Por tanto, sus catorce características típicas "no pueden quedar encuadradas en un sistema; muchas se contradicen mutuamente, y son típicas de otras formas de despotismo o fanatismo, pero [aquí es donde el juego de lenguaje wittgensteiniano entra en acción] basta que una de ellas esté presente para hacer coagular una nebulosa fascista".

(Habría que advertir aquí que el uso de los parecidos de familia para la aclaración de un concepto valorativo -como de suyo son los conceptos políticos- es "esencialmente polémico", como lo señaló el filósofo británico Walter Bryce Gallie en un artículo de 1955.)

La conferencia de Columbia fue reunida con otros textos sobre la guerra, la migración, la prensa y la religión en un volumen que apareció en español en 1998 (Barcelona, Lumen) bajo el título Cinco escritos morales. Umberto Eco explica el sentido del título: son textos que "atañen a lo que estaría bien hacer, a lo que no se debería hacer, o a lo que no se puede hacer a ningún precio".

El caprichoso ambiente político colombiano parece indicar que una conversación sobre el fascismo, una reflexión sobre la conferencia del filósofo italiano, debería estar al orden del día. Para tener alguna orientación acerca de aquello que no se puede hacer a ningún precio. Digo yo.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Resulta pertinente y necesario, que en medio de la algarabia que desatan los que quieren ser oidos mediante las redes sociales, se precisen conceptos en relacion con el fascismo y su creciente aceptacion aceptacion aceptacion