lunes, 31 de enero de 2022

Verdad práctica

La columna de Rafael Nieto me llamó la atención por su título, “La patria por encima de los partidos”, y corrí a leerla. En los primeros siete párrafos (él tiene más espacio que yo) advierte del peligro que corre el país ante un eventual triunfo de Petro; en los dos últimos dice que hay que evitar “el infeliz escenario de tener que escoger entre la extrema izquierda y la centroizquierda santista” (El Colombiano, 24.01.22). La columna debió titularse “la derecha por encima de la patria”. Aristóteles diría que la primera parte constituye la verdad retórica y mientras que en la última está la verdad práctica.

Para Aristóteles, la verdad práctica se deja ver cuando se examina la congruencia entre el propósito, los medios que hacen posible ese propósito y el deseo que lo confirma. Nuestra mentalidad ilustrada suele asumir que cuando la verdad retórica y la verdad práctica divergen es por una falla de la razón: mal diagnóstico o deficiente definición del objetivo o errores en la elección de los medios, dos de ellos o los tres. Nuestro maestro comprendió que los principales problemas estaban en otra parte, en el choque entre deseo y meta, y en la ausencia de la virtud que permita moldear la pasión y la decisión.

El ejemplo me sirve para mostrar como a los jefes políticos se les impone su deseo íntimo sobre sus previsiones razonables. Todos dicen temer a Petro, pero sus hechos muestran que lo más temen es perder su cuota de poder, esa es su verdad práctica; la patria, la economía de mercado y la democracia solo sirven para adornar el discurso y disimular su auténtica pulsión.

Hace un par de semanas expuse aquí mis preocupaciones por los problemas de acción colectiva ante el ambiente de crisis, de angustia, que se respira en gran parte de la ciudad. Pero siento que a muchos les pasa en Medellín lo mismo que a Nieto en Colombia. En la teoría y el discurso le dan una dimensión al problema, pero sus acciones se quedan cortas. Cuando se habla de intervenir, la muletilla de moda es “sí, pero”. Los “peros” suelen ser de conveniencia (cuidar reputación, contrato, relaciones) o de vacilación (no todo lo que dice Quintero es falso, no todo lo que hace Duque es malo). El repertorio de los “peros” embolata las prioridades de la coyuntura. El “sí” es la verdad retórica, en los “peros” —y no son pocos— está la verdad práctica. 

Voy creyendo que ese es el principal obstáculo pues allí es donde se amella la acción. Tenemos las preguntas y la propuesta en el cerebro, falta una decisión en el corazón, porque en el corazón es donde nace la verdad práctica. O como decía mi madre en los momentos de verdad: “mijo, póngase la mano en el corazón”.

El Colombiano, 30 de enero. 

miércoles, 26 de enero de 2022

Otro umbral

Una lista para una nueva

Llego a otro umbral. El esfuerzo y la fortuna me han permitido cruzar varios. Este -como otros- lo celebro con música.

1. La dicha comienza
Palabras sencillas para expresar la alegría por los hijos y por los hijos de los hijos, que hasta ahora van en Oriana, pero que tendrá compañía.

2. Lía
Mucha cosa que he querido decir la dijo Bruce. Es una canción de amor que parte de la idea de que en la vida y el amor, se destruye y se construye... he usado ambas manos.

3. De pie
Las dificultades que entraña vivir de pie, como he tratado. Vivir de pie es, a veces, andar casi solo.

4. Luna
Esta letra enigmática con "música antigua", indicio de una ensoñación, invoca y reconoce la suerte. No todo ha sido esfuerzo.

5. Casa
Un relato de la ansiedad cotidiana de volver a casa; también, la casa como principio y fin de todos los ciclos.

6. Árboles
La paz de los bosques y las montañas, descrita en estas estrofas enamoradas.

7. Yo
Encontrar otro yo después de las vueltas de la vida.

8. Recapitulación
La magia y la pérdida son nuestra vida: "cuando el pasado te da risa y puedes saborear la magia que te permitió sobrevivir a tu propia guerra".

9. Amanecer y la espera
En esta bucólica pieza que describe el primer día y -ojalá- el último, está también el espíritu que me ata a la tierra de mis padres.




lunes, 24 de enero de 2022

Es el pacto social

Thomas Hobbes distingue entre los malos ciudadanos y los enemigos del estado. Podemos hacer una analogía, rastreando la huella de sus predecesores escolásticos, entre el mal gobernante y el tirano. Los tiranos destruyen los fundamentos de la convivencia. La teoría democrática deja bien establecido el principio de que ningún gobernante debe controvertir esas premisas porque eso solo lo puede hacer la ciudadanía en procesos evolutivos o deliberados. El pacto social siempre es un acuerdo intergeneracional y pluralista que tiene manifestaciones expresas, como las constituciones, las leyes y las instituciones, y multitud de manifestaciones implícitas respecto a propósitos y procedimientos. 

Suele discurrirse sobre el conflicto que vive hoy Medellín sin detenerse en los términos del mismo, sin precisar el problema, las partes, el escenario ni los desenlaces probables. Lo más importante: sin pensar qué está en juego, qué se ganaría o perdería. Es curioso, porque el alcalde Daniel Quintero sí tiene un libreto sobre estos temas y lo ha hecho público desde el primer día cuando dijo que Medellín no nos pertenecía.

El problema que tenemos entre manos no es el de un mal alcalde —malos hemos tenido varios— y las democracias suelen ser tolerantes con las equivocaciones del electorado, entre otras cosas, porque supuestamente están a la mano los recursos para enmendarlas. Medellín tiene un administrador que está subvirtiendo el modelo de gobernanza basado en los pilares público, social, privado y académico, promoviendo la desconfianza general y tratando de establecer una división radical de la sociedad antioqueña. Es decir, que está socavando el pacto social que la ciudad construyó desde 1991 y cuyos términos han sido identificados por académicos regionales e internacionales.

El alcalde subraya que en ese pacto participaron capitanes de industria y políticos nacionales como Álvaro Uribe y Sergio Fajardo. No cuenta quiénes más lo hicieron. Políticos liberales como Aníbal Gaviria y conservadores como Juan Gómez; intelectuales ilustres como María Teresa Uribe, Beatriz Restrepo y Juan Luis Mejía; las universidades públicas y privadas de la región; incontables líderes sociales, culturales, cooperativistas, ambientales y sindicalistas. Ese pacto permitió —es mi caracterización favorita— el “medio milagro” de Medellín (Fukuyama). Esa sumatoria de gobernanza, convivencia, mejoramiento en la calidad de vida, seguridad y pujanza cultural —imperfecta sí y con pendientes notables también— que permitió un salto que se estudia con asombro en las universidades del mundo. Esto significa que el desenlace de la disputa en Medellín tendrá repercusiones profundas y duraderas. La ciudad está definiendo la condición que tendrá durante los diez años venideros.

Por último. No puede perderse de vista que se trata de un conflicto político que superó la fase de deliberación y que entró en fase de resolución, en la que se requiere carácter, decisión y acción, porque —diría el poeta Antonio Machado— en política como en el mar no sirve el miedo de naufragar.

El Colombiano, 23 de enero

jueves, 20 de enero de 2022

Hay Festival: cómo lograr una sociedad cívica

 

Jaime Bermúdez Merizalde y Mauricio García Villegas en conversación con Jorge Giraldo

Cómo lograr una sociedad cívica

Legislación y legalidad, política y emociones, ¿cómo se articula el funcionamiento de la sociedad cívica en un país, y cuales son sus resultados en el campo de lo legal y lo político? Conversan Jaime Bermúdez Merizalde (Colombia) es autor de ¿Por qué incumplimos la ley? y Mauricio García Villegas (Colombia) autor de El país de las emociones tristes. En conversación con Jorge Giraldo.

Auditorio Principal Parque Explora.

Hora: 17:00 - 18:00. Miércoles 26 de enero.

lunes, 17 de enero de 2022

Rompecabezas

Alonso Salazar me ahorró la parte informativa de esta columna (“Quintero se desnudó: es una ficha en una toma hostil”, El Colombiano, 12.01.22). En ella actualiza los datos que apuntan a la existencia de una red política, empresarial y mediática en la que participan Gustavo Petro, el grupo Gilinski, la revista Semana y, quien funge como peón, Daniel Quintero. Hay otros personajes en la trastienda: César Gaviria, para mencionar el más notable. Salazar nos previene contra las teorías de la conspiración aunque, como dijo alguien, del hecho de que uno sea paranoico no se deduce que no lo estén persiguiendo.

No todas las piezas de este rompecabezas cuadran de forma evidente. El posible juego de Semana como vocero de la campaña petrista está por verse; hasta ahora es más clara su puja con El Tiempo por el deshonor de ser el principal publicista de Duque y la gratitud del presidente de la república pavimentándole el camino a los Gilinski. Es que si los Gilinski armaron una “toma hostil”, Duque fue quien metió el caballo de Troya. Eso se deduce de la información que proporciona Daniel Coronell: la oferta por Nutresa fue autorizada en tiempo récord, el gobierno se saltó trámites de la Supersalud y la Superfinanciera para avalar la oferta por Sura (“Operación Manuela”, Los Danieles, 09.01.22). 

Duque ha dado a entender que ve con buenos ojos la llegada de capitales árabes a las empresas antioqueñas. Por supuesto, es impensable que Duque le preste un servicio consciente a Quintero y al petrismo, efecto concreto e indeseado de su indolencia con lo que pasa en Medellín. Pero ese no es el problema; Duque se va dentro de poco. El problema para la región es que si Quintero hizo y deshizo en dos años con un presidente que se limitó a tirarle regañitos por Twitter, qué no podrá hacer en los dos restantes con Petro como jefe de estado.

Y aquí es donde la puerca tuerce el rabo, porque estamos ante un enorme problema de acción colectiva. Nos enfrentamos a un problema político, en un año electoral. Los principales agentes económicos, sociales y políticos de la región tienen muchas diferencias en torno a la revocatoria y a las opciones presidenciales; incluso, algunos se niegan a hablar de política. Peor aún, carecen de un diagnóstico básico compartido y, por tanto, de un propósito claro más allá del ambiguo e insuficiente llamado a recuperar la ciudad. Escucho llamados al diálogo, todavía precarios, puesto que no sé sabe quiénes y sobre qué dialogarían. Además, toca reflexionar y hablar mientras vamos haciendo porque el calendario es inexorable. Fuera de la modesta tribuna de los opinadores no se ve ninguna convocatoria para poner en marcha un frente común. Huérfanos de líderes previsibles tendremos que salir linterna en mano, como Diógenes, a buscar uno. 

El Colombiano, 16 de enero 

lunes, 10 de enero de 2022

Historias recuperadas

Del 2021 me quedo, en el campo cultural, con las recuperaciones de algunas historias que están presentes en las biografías de mi generación y que les sugiero como regalo que pueden hacerse a sí mismos los mayores de 50 años; también para los demás, aunque ya como asunto de cultura general.

El filólogo e historiador español Antonio Piñero dirigió un equipo de investigadores que presentó la más reciente versión de los textos fundacionales del cristianismo. A lo largo de 1.700 páginas se recompone el orden cronológico de los escritos que conforman el Nuevo Testamento, con una nueva traducción y una ingente cantidad de notas explicativas que apuntan a aclarar el contexto histórico, la consistencia de los argumentos y la teología que comienza a tejerse casi desde el momento de la muerte de Jesús. El cristianismo es el aire y el suelo de nosotros los occidentales y su conocimiento es tan perentorio como el de la tradición grecolatina. Por si había alguna duda, también queda claro que Pablo de Tarso es la figura más influyente en nuestra cultura (Los libros del Nuevo Testamento: traducción y comentario, Trotta).

El músico y escritor estadounidense Ahmir Thompson, más conocido como “Questlove”, recuperó la grabación audiovisual de una serie de conciertos realizados en el verano de 1969, en Harlem. Una gran parte del estrellato negro —desde Mahalia Jackson hasta Nina Simone— alterna con músicos africanos y latinos (Ray Barreto y Mongo Santamaría), y pastores activistas como Jesse Jackson para configurar un fresco musical, social y político de los años sesenta. Es historia, sí, pero también es actualidad. Lucha por los derechos civiles, movilización pacífica y llamados a la insurrección, solidaridades vecinales, vanguardismo estético (Summer of soul, Star+).

Mesianismo y ardor revolucionario toman una senda trágica en la vida del cineasta Sergio Cabrera, novelada en Volver la vista atrás (Alfaguara). Los detalles personales, a veces psíquicos, de Cabrera y su padre —de su hermana en menor medida— muestran un relato convincente de la vida de algunas familias revolucionarias de la segunda mitad del siglo pasado, del delirio y de la capacidad movilizadora que logra el fanatismo cuando encuentra estribo en el espíritu del tiempo. Para mí se trata del ejercicio de memoria pública — merecedor de nuestra admiración— que Cabrera hace ante el mundo, mediante la prosa diestra de Juan Gabriel Vásquez.

La vida del fotógrafo antioqueño Floro Piedrahita (1893-1972) es, sobre todo, la de un testigo. Al menos es el punto de vista que predomina en el libro que editaron Juan Camilo Escobar y Adolfo Maya, profesores de la Universidad Eafit, y que se apuntala en el archivo —otro trabajo de memoria— que conservaron sus hijos. El título es una sinopsis: ¡Levántate y marcha!: movimientos sociales y política en Colombia (1920-1940): las fotografías de Floro Piedrahita Callejas y otras imágenes del mundo.


El Colombiano, 9 de enero