Como en tantas otras cosas en las que Medellín desafía los modelos mentales, las empresas encuestadoras se han encontrado con grandes escollos a la hora de medir la intención de voto en la capital antioqueña. Hace cuatro años no atinaron una. Ninguna vaticinó el triunfo de Salazar. La excusa fue que no podían publicar resultados en la semana previa, pero que sí sabían por dónde iba la voluntad ciudadana.
Este año les fue mejor, pero ninguna interpretó completamente los tres hechos relevantes de la jornada electoral: triunfo de Aníbal Gaviria, ventaja sobre Luis Pérez y alta votación de Federico Gutiérrez. Gallup acertó en las dos primeras en una medición hecha diez días antes del 30 de octubre (le fue bien). Datexco acertó en la primera y en la tercera, aunque se peló sobreestimando la posición de Gutiérrez (lo vio segundo y quedó tercero). Ipsos, se acercó a los porcentajes de los dos primeros, pero su última encuesta –revelada la noche anterior a las elecciones– daba como alcalde a Luis Pérez por 4 puntos (el margen de error cubría el espectro, pero no dieron el ganador).
¿Qué pasa? ¿Representa la realidad de la Bella Villa una fricción insuperable? ¿Hay problemas en el diseño de los instrumentos? ¿El problema está en el análisis? ¿No será que las encuestadoras necesitan politólogos y otros cientistas sociales para refinar estas labores?
2 comentarios:
Doctor, a propósito de la necesidad de politólogos, déjeme decirle que no sólo las encuestadoras deben darse cuenta. Parece que los canales de televisión, las emisoras y demás medios de información se olvidaron de contratar algún politólogo para hablar de lo que estaba pasando. Parece que no se han podido enterar para qué servimos.
La gran pregunta sigue siendo si nuestra labor es subestimada por falta de conocimiento de ellos o por falta de comunicación de nosotros. ¿Necesitamos una mejor estrategia para da a conocer lo que sabemos y podemos hacer en todos estos espacios? o, simplemente ¿quienes podrían utilizarnos saben, pero no les interesa? Resolver esa cuestión podría suponer una participación mucho mayor de los politólogos en las dinámicas del país.
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