A propósito de la muerte de Sandro (1945-2010) –que no es lo mismo que la de Roberto Sánchez Ocampo –hay que volver al tema de la diferencia entre la música y la música popular. Los medios argentinos comparan al cantante con otros ídolos populares del deporte o la televisión, no con miembros de la farándula musical, aunque algunos han mencionado a Gardel entre sus pares.
Puede gustar mucho o poco, de hecho he preferido a otros sobre él, pero lo que resulta indiscutible es su vigencia en el alma popular. Buen cantante, muy lejos de Raphael; compositor aceptable en su trabajo con Oscar Anderle, muy lejos de Juan Gabriel. Pero con una capacidad excepcional de comunicación sentimental con el público.
En mayo del 2004 pude verlo en el que fue, tal vez, su último concierto en el Gran Rex en Buenos Aires y la atmósfera previa lo decía todo*. No era necesario que hubiera salido al escenario para percatarse del tipo de fenómeno ante el que estábamos. Ha muerto un grande. Un hijo legítimo del rock que emigró a la balada cuando era necesario. Que dejó de imitar a Elvis para construirse un personaje más latino.
Mi Top Five:
Dos solitarios
El hombre que perdió sus ilusiones
Después de la guerra
Pupilas de cielo breve
Sin sentido
* Efectivamente, como contsa en nuestras contraseñas, fue la última función de la última gira ("La profecía") de Sandro, el domingo 16 de mayo del 2004. Nuestras sillas: Fila 25, asientos 121 y 123.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario