La nueva guerra entre Israel y Hamás ha suscitado posiciones más tajantes y veloces que los cohetes que se lanzan las partes. Los Estados, llámense orientales o árabes, musulmanes u occidentales, llevan 60 años presenciando enfrentamientos similares en la región y mantienen inconmovible su inercia, ese silencio es más poderoso y veloz que cualquiera otra actitud. Los formadores de opinión en Occidente responden sin pensar simplificando de la forma más insostenible que se trata de una agresión del Tsahal contra el pueblo palestino, a lo cual sólo puede seguir una condena.
Michael Walzer se ha pronunciado de nuevo sobre el tema (“The Gaza War and Proportionality”, Dissent, 08.01.09) poniendo de presente la superficialidad del uso del término “ataque desproporcionado” y planteando lo que deben ser las preguntas cruciales a la hora de discutir este asunto. Sobre lo primero baste refrendar la insistencia de Walzer en dos cosas: la proporcionalidad se refiere, tanto en el derecho internacional como en las teorías de la guerra justa, a la relación entre los medios usados y los propósitos buscados; la proporcionalidad usualmente es un argumento que se utiliza para justificar el uso de la fuerza que para criticarlo pues una de sus formas tradicionales es “¿cuántas muertes civiles serían necesarias para derrotar a los nazis?”
En cuanto a las preguntas que Walzer cree determinantes, son tres: Antes de empezar la guerra, ¿hay otras maneras de alcanzar el propósito? Una vez la guerra ha empezado, ¿quién es el responsable de poner a los civiles en la línea de fuego? Por último, ¿el atacante actúa para minimizar los riesgos para los civiles y se arriesga a sí mismo para ello? Walzer se queja –con razón– de que nadie se haga estas preguntas en los medios occidentales y de que se abandone la tarea de “formular las preguntas difíciles y preocuparse por las respuestas correctas”. Esa es, recalca, “la obligación moral de los comentaristas y de los críticos”.
Quizás Walzer continúa eludiendo un tema crucial en la discusión sobre la proporcionalidad y su habitual confusión con la simetría y en la defensa de la distinción entre combatientes y civiles, el mismo que eluden los medios a los que critica: la naturaleza de una guerra como la que vemos entre Israel y Hamás es radicalmente distinta a la de las guerras modernas, por su aguda asimetría y por la dificultad para separar al soldado del civil. Quizás Walzer no haya contemplado la posibilidad de que podría buscarse una forma de convivir con quienes nos quieren hacer desaparecer de la faz de la tierra.
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