miércoles, 28 de enero de 2009

La crítica de Sen

De lejos, el autor más citado en el último libro del Premio Nobel de Economía 1998 es Samuel Huntington*. Aunque también puede decirse que Amartya Sen cierra cuentas en él con varias corrientes importantes de la filosofía política: con el multiculturalismo, el comunitarismo, el liberalismo universalista. Sen marcó una tendencia, cada vez más madura, hacia el diálogo desde la economía con la política en general y la filosofía política en particular, por lo que no es extraño que a sus 72 años efectuara este tipo de ejercicio.

Identity and Violence ya estaba prefigurado en un artículo previo**. La preocupación principal del economista indio estriba en la conexión entre la violencia y la presunción de que existe una única identidad social o que ella debe ser un objetivo colectivo de primer orden. Su lamento permanente, y a veces fatigoso como todo lamento largo, es que “a pesar de nuestras diversas identidades, el mundo repentinamente sea una federación de religiones y civilizaciones en lugar de un conjunto de gente” (13).

Es agudo y bastante contemporáneo Sen cuando muestra las similitudes entre las versiones más fuertes del comunitarismo (que simplifica la identidad), del multiculturalismo (que aplaude la diversidad per se) y del liberalismo universalista (por exclusivo y autocentrado). Cree que allí hay una fuente de justificaciones de la violencia y de recursos para facilitar políticas de sangre. Este alegato contra el determinismo cultural no le impide presentar sus argumentos contra el reduccionismo económico que le pone raíces a la violencia en la pobreza y la desigualdad, y así desacredita o subvalora la importancia intrínseca de estos problemas sociales (142).

Empero a mi modo de ver Sen subvalora dos asuntos importantes. El primero se refiere a que voz, razón y elección no dibujan el único camino de la agencia social. Valga traer a cuento la crítica de John Stuart Mill a Jeremy Bentham por su incomprensión del papel de los elementos irracionales en la acción humana***. El segundo es que precisamente uno de los aspectos centrales de la política en algunos momentos (crisis) y lugares (líneas de fractura) es la configuración de un conflicto alrededor de una incompatibilidad percibida a propósito de un asunto singular. La política y los políticos simplifican, es parte de su naturaleza. Por fuera de la política, el mundo es multicolor, lleno de matices y rara vez está sujeto a la definición de la primacía de un aspecto de la vida.

* Sen, A. 2006. Identity and Violence: the Illusion of Destiny, New York and London, W. W. Norton & Company. Existe edición castellana por Katz.
** Sen, A. 2001. “La otra gente: más allá de la identidad”, Letras libres, 3/34, 12-24.
*** Agradezco la referencia a Malcolm Deas en el contexto de un coloquio del Liberty Fund sobre Bentham.

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