miércoles, 6 de febrero de 2013

Diversas vidas por contar

Con ocasión de su centenario, El Colombiano publicó el trabajo “Cien vidas para contar” dirigido por Juan José Hoyos. Obviamente, cien era un número necesario y cerrado, y con ello siempre se echa de menos espacio. Pensando diversamente, imaginé la inclusión –para cuando la lista se abra– de gente como la que sigue.

Francisco Luis Jiménez (Granada, 1903 - Medellín, 2009). Graduado como abogado en 1930 con una tesis sobre derecho cooperativo, es reconocido como el padre del moderno cooperativismo colombiano. Impulsor de las cooperativas de cafeteros, fundador de innumerables entidades del sector –entre ellas Seguros La Equidad – y dirigente internacional del sector solidario.

Aníbal Tascón (Jardín, 1926-1981). Nacido en Karmatarrúa, el resguardo de la etnia embera chamí también conocido como Cristianía, se graduó como abogado de la Universidad de Antioquia en 1954. Tascón se sumó a las luchas campesinas e indígenas por la tierra de la década del setenta, con su saber jurídico y su convicción de que la ley protegía su comunidad. Fue asesinado un año antes de que el Estado les reconociera sus derechos.

Carlos Jiménez Gómez (El Carmen de Viboral, 1930). Abogado y dirigente político, para mi generación es El Procurador. Desde las instituciones fue el más decidido impulsor de los derechos humanos y el primero en tocar la llaga del paramilitarismo; reintrodujo la discusión sobre el derecho de gentes en Colombia.

León Benhur Zuleta (Medellín, 1952-1993). Filósofo de la Universidad de Antioquia y divulgador de los derechos humanos en el país, cuando de eso no hablaba ni la izquierda. Zuleta fue pionero de los derechos de los homosexuales. Existe un volumen antológico de sus escritos titulado “De semas y plebes” (1996).

María Teresa Uribe de Hincapié (Pereira, 1940). Socióloga de la Universidad Pontificia Bolivariana, maestra de varias generaciones de sociólogos y politólogos en la Universidad de Antioquia. Poseedora de una audacia intelectual que le permitió hacer aportes significativos en la comprensión de la formación de las regiones antioqueñas y de la historia reciente del Departamento.

Para alguien con pasión futbolística, la historia antioqueña en el siglo XX resulta coja sin la pelota, máxime cuando en la historia del fútbol en Antioquia coinciden la fundación del Deportivo Independiente Medellín y la de este diario. Así que me hace falta un cultor de la “número cinco”. Gabriel Ochoa Uribe (Sopetrán, 1929), ya jugaba en el América de Cali cuando no se había establecido el torneo profesional en Colombia. Como técnico ganó 13 campeonatos con tres equipos distintos y 4 como jugador, o sea más que cualquier institución del país.

En columnas anteriores ya había postulado a Guillermo Hoyos Vásquez y a Jaime Jaramillo Panesso.

Es probable que por sus obras o por ellos mismos, algunos o todos, no sean “moneda de oro”, pero estoy seguro que sus aportes ya trascendieron, sin mucho incienso y con pocos auspiciadores.

El Colombiano, 3 de febrero.

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