viernes, 24 de abril de 2009

Carta abierta a Rodolfo Arango

Estimado Rodolfo:

Quiero continuar el intermitente diálogo filosófico que traemos ya desde hace algunos años. No será ahora a propósito de los derechos humanos sociales o las teorías de la justicia sino sobre la disyuntiva política para las próximas elecciones y, esto, por tu columna en El Espectador (16.04.09).

Siento una alegría juguetona cuando te oigo hablar de disyuntiva, “antagonismo ideológico” y aquello de que “la política agonista requiere alternativas discernibles”. Se trata de un caso adicional acerca de cómo los proclamados anti-schmittianos no pueden eludir la política adversarial (Mouffe) ni escapar al criterio de lo político. Es una alegría puramente teórica y banal en épocas en que las definiciones de la política basadas exclusivamente en los consensos, la comunidad ideal de comunicación y el pensamiento único liberal han caído en desuso.

Me refiero en primer lugar a las disyuntivas referidas a la agenda que son guerra-paz, populismo-reformas estructurales, desigualdad-inclusión. Hay una falsa disyuntiva entre guerra y paz que ya ha sido aclarada por la literatura y, lo que es más importante, por la población. Halcones y palomas ya no funciona. Además, el panorama colombiano ha cambiado significativamente: esquematizando, en lo político estamos en posconflicto, mientras en lo militar el enemigo son las bandas del narcotráfico. Populismo, ¿qué es populismo? El populismo es popular y buena parte de los políticos contemporáneos pueden ser llamados populistas, eso no dice nada. El asunto parece ser más bien de eficacia, quién es capaz de hacer “grandes cosas” (Maquiavelo). Varios de los aspirantes que vos criticás como Fajardo y Mockus han hecho grandes cosas en lugar de hacer discursos pomposos sobre reformas estructurales (hay algo ya problemático en esto de “estructuras”). Por último, ¿quién en Colombia está en contra de la inclusión? Nadie, es un falso problema, el asunto es cuáles son los medios más adecuados para lograrlos.

Hablemos ahora de las disyuntivas en cuanto a las opciones políticas. Izquierda y derecha no es hoy el dilema. Esa frontera no separa opciones respecto a los principales problemas del país. ¿Violencia? Es difícil discernir ya quién ha sido más feroz. ¿Corrupción? Los partidos tradicionales son la mamá grande de la corrupción, pero la izquierda no puede lanzar una sola piedra. ¿Ideología? En Colombia todos los partidos constituidos son filosóficamente liberales. Izquierda y derecha tampoco separan a la población, la mayoría de la gente no se adscribe a partidos y vota por consignas y personas. El mundo le cambió las preguntas a los discursos tradicionales de la derecha y la izquierda y ahora tienen poco que decir. Preguntá en Medellín, Barranquilla, Cali y Cartagena quiénes votaron por sus alcaldes: todos, gente de muy diversa laya; incluso en Bogotá la derecha liberal votó por Moreno. En términos estrictamente tácticos, si Colombia se ha derechizado poner el debate izquierda-derecha simplemente es suicidarse, cosa que puede hacer el científico pero no el político (Weber).

Una conclusión: lo que vos llamás “centro” es el único competidor serio y viable del uribismo. Un consejo: no te lucen esas descalificaciones criminalizantes contra Fajardo.

1 comentario:

Federico Hoyos Salazar dijo...

Si bien el debate hoy en día como le menciona no es de derecha e izquierda, parece que un nuevo actor: el centro, ha entrado a jugar en las carreras políticas. ¿Existe el centro?, ¿Cómo lo definiría?

Saludos