lunes, 7 de octubre de 2013

Diálogos V: Medellín, ciudad

Quinta parte de la conversación con Carlos Vásquez Tamayo (09.10.12).

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CVT: Estamos inmersos en la conversación y lo digo porque a medida que oigo a Jorge Giraldo su concisión, su tranquilidad eso se va contagiando. Estamos en esta querida Universidad Antioquia, leo en la puerta de la biblioteca, el alma de la universidad. Este espacio está recién digamos recuperado, digámoslo así, actualizado, y los muchachos están entregados ahí, a sus propias derivas, sus quehaceres, la universidad está completamente tranquila, cada individuo, cada pareja, cada grupo en lo suyo. Como debería ser siempre.
Yo lo digo en este momento porque estoy con personas que quieren y que queremos profundamente a la universidad pública, privada, es lo mismo en realidad aunque haya diferencias y sé que Jorge Giraldo es estudiante de filosofía como él dijo, con todo y que es doctor en filosofía, sigue siendo estudiante y ha querido siempre mucho su Universidad de Antioquia. Ahora es decano de la facultad de humanidades de la Universidad EAFIT que es una universidad hermana. Hablemos Jorge de la ciudad de Medellín, porque sé que también usted la ha querido, es su ciudad, la ha pensado, la ha sufrido. Nosotros en los últimos años siento yo, Jorge, Luis Germán, hemos hecho como ciudadanía un esfuerzo muy grande por comprendernos como ciudad. A esta ciudad le han ocurrido avalanchas culturales, políticas; muy buenas unas, muy terribles otras. La ciudad ha cambiado vertiginosamente y hay cosas al mismo tiempo que por desgracia se resisten a cambiar, por ejemplo, sigue siendo una ciudad en que miles y miles de personas siguen reducidas a la miseria, sin oportunidades. Jóvenes completamente volcados en la calle y la ciudad cerrándoles toda puerta de acceso a la cultura, a la educación, a la convivencia creativa y eso nos sigue pues, digamos, preocupando, doliendo y debería también, motivar mucho nuestra imaginación y compromiso. Esta ciudad, se ha pensado por ejemplo en lo que tiene que ver con disposición de comunas, los flujos de jóvenes, los problemas de las bandas, el tema del micro y el macro tráficos de sustancias ilícitas. Al mismo tiempo hay unas culturas de barrio, por ejemplo, unos movimientos de grupos musicales, grupos de teatro, talleres de literatura. Medellín para Jorge Giraldo, su rápida visión de los que es esta ciudad hoy.

JGR: Carlos, el tema de Medellín es muy importante. Y abordándolo no dejo la filosofía; mi manera de ver la filosofía es muy telúrica. Yo creo que uno está instalado en un lugar, en una cultura. Eso supone un peso de la tradición, pero también una responsabilidad hacia el futuro. Una visión como esta no necesariamente tiene que ser conservadora y por eso he mantenido una preocupación por la ciudad hace muchos años. Prácticamente desde antes de la mayoría de edad, he estado involucrado en movimientos estudiantiles, cívicos, sindicales, en el mundo de las organizaciones no gubernamentales y creo que el cambio de Medellín es una cosa indudable. En mis funciones universitarias, no recibo no menos de tres o cuatros visitas mensuales de estudiosos o administradores que vienen de distintos países del mundo porque quieren conocer la experiencia de Medellín.
Creo que la experiencia de Medellín, en buena medida se anida en esta conversación de la que estábamos hablando ahora. En particular, recuerdo el año 1991 cuando se creó en Medellín un espacio que se llamaba Alternativas de futuro para Medellín, que fue un espacio inédito porque a él llegaban empresarios, organizaciones cívicas, grupos juveniles, sindicatos, academia. De eso quedó una memoria, cinco libros, fruto de cinco encuentros que se hicieron entre 1991 y 1994. Yo quisiera creer que ese ejercicio ha sido uno de los elementos más decisivos de la transformación de Medellín. Creo en el optimismo que hay en la ciudad, a pesar de los problemas que mencionaste –y que son esos y otros más– precisamente porque ha logrado hacer una transformación más importante que la que se ve por los ojos, que también es importante, y es que hemos logrado transformar un poco también nuestra alma. Eso hace que podamos ser optimistas. Cierto que hay unos consensos que están relativamente amenazados y que cada cuatro años sufrimos tratando de revitalizarlos en la lid política, pero lo que vivimos en Medellín obedece a eso, y ya que estamos en la Universidad de Antioquia que bueno sería, que ese espíritu que se vive fuera del campus pudiera impregnar y convertirse también en característica distintiva del campus universitario.

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