lunes, 28 de noviembre de 2011

Pinochenko

En todas las mañanas de los días laborales mi taxista me somete a terapia con Julio Sánchez Cristo. O mejor, a que Julio me enferme y Casas me cure. En la mañana del lunes 28 de octubre Julio le preguntó al sobreviviente sargento Luis Alberto Erazo qué mensaje le daría a las Farc.

Al sargento Erazo se le nota en la voz su biografía un hombre sencillo y recio, sin ínfulas de heroísmo, sin una sola nota épica en su relato de la atroz situación en que lo colocaron las Farc. Pocas palabras, casi carentes de adjetivos, rústicas como las de un hombre de campo y las de un soldado de frente.

No piensa un minuto para darle su mensaje a las Farc y en sus pocas palabras no utiliza un solo epíteto, un “descalificativo”, que cabría perfectamente. Sin embargo, en un lapsus de su pronunciación se dirige al “señor Pinochenko”. Esta mezcla casual entre el militar estalinista Semión Timoshenko y el dictador chileno Augusto Pinochet no necesita teorías, ni psicoanálisis. ¡Quién lo creyera!, dictadura latinoamericana y totalitarismo europeo mezclados en las selvas colombianas.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Las encuestas en Medellín

Como en tantas otras cosas en las que Medellín desafía los modelos mentales, las empresas encuestadoras se han encontrado con grandes escollos a la hora de medir la intención de voto en la capital antioqueña. Hace cuatro años no atinaron una. Ninguna vaticinó el triunfo de Salazar. La excusa fue que no podían publicar resultados en la semana previa, pero que sí sabían por dónde iba la voluntad ciudadana.

Este año les fue mejor, pero ninguna interpretó completamente los tres hechos relevantes de la jornada electoral: triunfo de Aníbal Gaviria, ventaja sobre Luis Pérez y alta votación de Federico Gutiérrez. Gallup acertó en las dos primeras en una medición hecha diez días antes del 30 de octubre (le fue bien). Datexco acertó en la primera y en la tercera, aunque se peló sobreestimando la posición de Gutiérrez (lo vio segundo y quedó tercero). Ipsos, se acercó a los porcentajes de los dos primeros, pero su última encuesta –revelada la noche anterior a las elecciones– daba como alcalde a Luis Pérez por 4 puntos (el margen de error cubría el espectro, pero no dieron el ganador).

¿Qué pasa? ¿Representa la realidad de la Bella Villa una fricción insuperable? ¿Hay problemas en el diseño de los instrumentos? ¿El problema está en el análisis? ¿No será que las encuestadoras necesitan politólogos y otros cientistas sociales para refinar estas labores?